¿Peligro? Las 5 razones del mal inicio del Madrid en la Euroliga
Dificultades en el mercado, la situación de Campazzo, diferencia generacional, poca profundidad... El Madrid, 1-4 en la Euroliga y muchos problemas.
"Ahora me preocupa que el equipo busque su identidad". Fueron las palabras de Pablo Laso tras la derrota del Real Madrid ante el Barça en el Clásico, en el que fueron muy inferiores al eterno rival por mucho que una reacción tardía diera emoción al asunto. Los blancos marchan 1-4 en la Euroliga, un inicio que no deja de ser eso, el principio, pero que no deja traslucir nada bueno para el conjunto blanco. Los problemas estructurales de la plantilla son obvios y la falta de profundidad cada vez más evidente. La idea de sacar todo el rédito posible a Campazzo antes de su consabida marcha a la NBA no está saliendo bien, y el base se puede ir cuando abra el mercado y dejar al Madrid huérfano de su mayor líder en los últimos tiempos y en una situación crítica, sin un recambio de garantía y poco donde elegir en Europa. La única alegría para los de Laso está en la Liga Endesa, donde comandan la clasificación tras arrancar al Obradoiro una sufrida victoria y mantenerse invictos. La única luz en la oscuridad de un equipo que lo intenta pero no puede y que está mostrando una preocupante inferioridad a sus rivales en la competición continental.
Tras un inicio tumultuoso, uno de los más complicados en la era Laso, analizamos las cinco grandes razones que han llevado al Madrid a tener unas dificultades crecientes a las que tendrán que encontrar solución lo antes posible para redirigir el rumbo y poder estar entre los mejores equipos de Europa, algo que han conseguido en los últimos años. En medio de la incertidumbre del coronavirus, los blancos se mueven en la suya propia mientras intentan dar con la tecla, en los despachos o en pista, y recuperarse de un inicio peligroso pero no definitivo.
Complicaciones en el mercado
El Real Madrid se ha quedado en dos incorporaciones que han sabido a poco: Alberto Abalde y Carlos Alocén. El primero, procedente del Valencia, está siendo una de las caras de un inicio lleno de cruces, pero su aportación no es suficiente en un equipo que necesita demasiado en estos momentos. Por su parte, Alocén, tras su cesión en el Zaragoza, sigue su progresión... pero tiene solo 19 años (luego hablaremos de esto). Ambos fichajes están dotados de una calidad indudable y representan una buena base de cara al futuro, pero no han sido las llegadas estelares que el Madrid necesitaba para solucionar los problemas de una plantilla parcialmente envejecida y con escasa profundidad. Dicho de otra manera: sin recambios para Facundo Campazzo y Edy Tavares, las dos estrellas que guían a un equipo que depende de ellas y que nota mucho cuando no tienen su mejor día.
La directiva intentó sin éxito hacerse con recambios fiables para sus jugadores, pero no hubo suerte. De hecho, ha habido alguna situación que ha llegado a incomodar al propio club, como la no llegada de Ante Zizic, que apalabró su fichaje y acabó recalando en el Maccabi. La salida de Jordan Mickey, un pívot sólido que era un buen recambio ofensivo y le daba minutos de calidad al equipo y descanso a Tavares, no ha sido suplida por nadie. Ni siquiera por otro jugador de menor calidad. En definitiva, se ha ido un pívot y no ha llegado ninguno. Tavares tiene que exprimirse y le sustituye un Usman Garuba de 18 años que puede ser el futuro pero no es, todavía, el presente. Y el resto del juego interior se basa en Trey Thompkins y Anthony Randolph, dos hombres que han dado mucho pero que no están en su mejor momento. En otras palabras: falta un hombre más para la rotación interior.
La situación de Campazzo
Un culebrón resuelto de puertas para adentro pero sin solución, de momento, en lo deportivo. El argentino quería salir y llegó con el Madrid a un acuerdo: sigo jugando para vosotros hasta que abra el mercado de la NBA. El daño que su salida va a provocar es inabarcable: en lo deportivo, por ser el timón de la última fase de la era Laso y ser el MVP de las dos últimas Supercopas, de la última Copa del Rey y de la Liga Endesa de 2019, que los de Laso ganaron ante el Barça; en lo moral, por la vinculación sentimental, su arraigo en la afición y el hueco que deja en una rotación de la que ha acabado siendo el alma. Laso encontró recambios y mantuvo plantillas competitivas con salidas como la de Nikola Mirotic (2014) o Luka Doncic (2018), pero ahora se enfrenta a su desafío más difícil, mantener al equipo focalizado y en línea con los cursos anteriores (que no con este inicio) sin la referencia que les ha liderado a ello.
Intrínsecamente relacionado con los problemas en el mercado, el Madrid no tiene bases para suplir a Campazzo. Nicolás Laprovittola nunca ha contado con la confianza total de Pablo Laso, y ni salió en el mercado ni llegó un relevo de garantías. Ahora, el argentino, que no es el culpable de los problemas blancos pero tampoco la solución, es el base suplente de una estrella en Europa, y tendrá que dar el salto a la titularidad si no llega nadie antes de que salga. Campazzo no está en su mejor momento y promedia 9 puntos y 4,4 asistencias con 10,4 de valoración, mientras que el año pasado se fue a 9,9+7,1, con 15,4. Alterna momentos brillantes con otros en los que desaparece menos que el resto pero no aparece del todo y su bajada en el número de asistencias es un síntoma más de un equipo que es solo el noveno en asistencias (15,4)... y el tercero en pérdidas (14,4). En total, 15º en ratio, con problemas en la dirección y en la distribución.
Y en el mercado, poca cosa. Para suplir a alguien como Campazzo necesitaas a un base de primer nivel, algo imposible: Nick Calathes, que sonó para el Madrid el año pasado, acabó en el Barça. Shane Larkin tiene contrato en vigor con el Anadolu Efes, que no le va a soltar por nada del mundo, y Vasilije Micic más de lo mismo. Sergio Rodríguez sigue haciendo de todo en Milán, Mike James está en el CSKA... otro problema de difícil solución y que puede complicarse del todo cuando salga Campazzo. Y mucho.
Jóvenes y veteranos
No es simplemente que haya de unos y de otros. Es que los jóvenes son muy jóvenes y los veteranos muy veteranos. Ya hemos adelantado algo: Alocén tiene 19 años y Garuba 18. Abalde, uno de los pocos representantes de la generación intermedia, 24. Campazzo se irá a la NBA con 29 y Tavares está en 28. Gabriel Deck, que el año pasado promediaba 7,4 puntos y 3,2 rebotes y ahora está en 2,2+3,4 (2,6 de valoración por los 8,9 del curso anterior), tiene 25. Y el resto, 30 o más: justo en el límite están Laprovittola y Thompkins, Taylor y Randolph tienen 31 por barba, Llull 32, Causeur 33, y Rudy, Carroll (que se planteó la retirada) y Felipe son el trío de veteranos: 35, 37 y 40 respectivamente. Es decir, piernas cansadas y un nivel de exigencia muy grande en una competición que no espera a nadie y que está viendo como las otroras estrellas han perdido fuelle. Randolph, que el año pasado estaba en 13,7 puntos y 15,1 de valoración, se ha hundido hasta los 3,3 y 2,3. Rudy ha pasado de 8,1 puntos a 4,2. El papel de Carroll se ha reducido a mínimos y el de Felipe es directamente testimonial. A expensas de lo que puedan mejorar Abalde, Alocén o Garuba, no hay una generación intermedia que solucione las cosas, y uno de los dos representantes de la misma, Campazzo (el otro es Tavares), se marcha. Más problemas.
Profundidad de la plantilla
Relacionado directamente con todo lo anterior, Pablo Laso se ha quedado sin esa plantilla que daba la sensación de no acabar nunca y que siempre daba soluciones en los partidos. Si un día era Carroll el que te metía una barbaridad de puntos en apenas un puñado de minutos, otro era Llull el que resolvía con uno de sus lanzamientos imposibles. Ahora, nada; cuando Campazzo no funciona y Tavares (9,6+5,4+1,2 tapones, con 13,6 de valoración, de los pocos salvables) está descansando o jugando cansado (lo mismo da) los problemas aparecen y nadie los resuelve. Encomendarse a Garuba en el interior o a que Laprovittola tenga un buen partido no parece la mejor solución para un Laso que explota, por primera vez, un único plan hasta la extenuación y espera que la defensa funcione mínimamente y que el equipo no tenga unas lagunas que se están convirtiendo en constantes.
La renovación del proyecto es una nota pendiente para la directiva. Muchos de los jugadores mencionados han dado mucho (o todo) al Real Madrid y han sido capitales, cada uno en su momento, en la era Laso. Ahora, el relevo generacional va a darse guste o no: Reyes y Carroll están muy cerca de la retirada y habrá dos huecos más en la plantilla. Mientras tanto, Thompkins y Randolph tendrán que dar un necesario paso adelante y ser protagonistas de un equipo que les necesita más que nunca. Rudy, por su parte, no deja de ser un veterano extremadamente experimentado cuyo rol ideal es ser clave y llegar en el pico de forma ideal al final del curso. Pero, claro, para eso hay que llegar vivo a ese supuesto final.
Caídas competitivas
El último gran motivo y, de nuevo, relacionado con todos los demás. La falta de rotación, el monopolio de Campazzo y Tavares y la ausencia de reemplazos en la posición de base y de pívot, provoca bajones rotundos en partidos cuya explicación es, directamente, una consecuencia de todo lo anterior. En sus cuatro derrotas, los blancos han tenido un momento de desconexión, bien por cansancio o por concentración, que les ha acabado hundiendo. Los cambios constantes ahora inexistentes y la imposibilidad de incluir a más gente para evitar estos bajones acaban haciendo de ellos algo inevitable... y que ha pasado en todos los partidos excepto en el del Khimki, único que han ganado hasta ahora en la Euroliga.
Ante el Baskonia cayeron de 13 cuando solo iban dos abajo al iniciar el último cuarto; el parcial en éste fue de 24-13. Contra el Valencia, la derrota fue de 16 tantos, y los taronja les endosaron un 34-51 entre el segundo y el tercer periodo. Contra el Milán cayeron de 8, y tras una excepcional primera parte (31-42 a favor) se hundieron de manera brutal en la segunda (47-28). Y ante el Barça, más de lo mismo pero al revés: 48-27 en una primera parte en la que recibieron un meneo y 31-45 en la segunda, en la que se llegaron a colocar a cinco puntos. Un premio excesivo para el juego practicado y que finalmente no aprovecharon.
En definitiva, el Madrid sufre. El año pasado, que no se concluyó la fase regular por el coronavirus, registraron un récord de 22-6 y no perdieron el cuarto partido hasta el 14 de enero. En la 2018-19, 22-8, sufriendo la cuarta derrota el 18 de enero. El 15 de diciembre la tuvieron en la 2016-17, cuando acabaron 23-7. La única que se acerca a esta, aunque con un mes y un día de diferencia, fue la 2017-18. Sí, la del MVP de Doncic y el trofeo de campeón. Pues bien, ese año llegaron a estar 5-6 el 8 de diciembre y la cuarta derrota fue el 24 de noviembre. Al final, 19-11 y campeonato. A eso se puede agarrar el Real Madrid. Al fin y al cabo, ahí también se utilizaban palabras como peligro, problemas o incluso crisis. Ahora, la historia parece distinta... o no. Ya veremos. De momento, el Madrid de Laso se enfrenta al que, probablemente, sea su mayor desafío. Casi nada.