El Real Madrid, en construcción
Las dos derrotas en Euroliga, ante el TD Systems Baskonia y el Valencia, muestran que el equipo blanco tiene carencias que tapar en la plantilla.
El Real Madrid comenzó la temporada a muy alto nivel con la convincente victoria sobre el remozado Barça de Jasikevicius para alzar su tercera Supercopa Endesa seguida, la séptima en la historia del club. Las dudas generadas por un verano seco en fichajes, con solo la incorporación de Alberto Abalde desde el Valencia (Carlos Alocen, adquirido en el verano 2019, regresaba tras su cesión en el Casademont Zaragoza), a causa de los estragos generados por la pandemia del coronavirus en todos los niveles de la institución blanca, parecían despejadas. El equipo continuaba sólido en defensa, con los mecanismo de juego y los sistemas engrasados e intactos y dos promesas españolas adaptadas a un grupo veterano sin esfuerzo.
La atípica pretemporada había ayudado. Pablo Laso contó desde el inicio con todos sus jugadores por la ausencia de torneos de selecciones. “Dentro de un año especial, la pretemporada también lo ha sido. Normalmente, empezamos con muchos fuera. Esto es bueno y estoy contento”, subrayó el técnico vasco antes de la Supercopa. Las gratas sensaciones se vieron reafirmadas en los tres primeros partidos de la Liga Endesa: triunfos ante el Acunsa GBC, el Casademont Zaragoza y el Joventut con la mejor versión de Llull (18 puntos en 17 minutos frente a los vascos) y las reivindicaciones de Fabien Causeur y de Nicolás Laprovittola. El francés, que no jugó ni un minuto en la Supercopa, sumó 25 tantos y 5 triples contra los aragoneses; y el argentino, 22 puntos y 32 de valoración para el MVP de la Jornada ante la Penya. “El mejor partido del año”, en palabras de Laso.
Cinco días después, el escenario sufrió un duro revés. En apenas 120 horas, el Madrid pasó de bordar la excelencia a “la primera derrota de la temporada y en un mal partido” (Pablo Laso) contra un Baskonia (76-63) que les zarandeó. ¿Un simple tropiezo? Sí. Hasta que llegó el Valencia al Palacio y le abrasó con Dubljevic absolutamente colosal: 77-93 con 24 puntos (6 de 9 en triples) de La Roca.
El Real cerraba sus dos peores primeras jornadas de la Euroliga en este siglo. Nunca en 20 años había arrancado 0-2. Ni en versión fase de grupos ni en versión todos contra todos. La del Valencia es la mayor derrota en casa en la máxima competición continental desde el 63-75 que le endosó el Fenerbahçe en los cuarto de 2016 (19 de abril). El descenso en puntos y asistencias en comparación con la pasada temporada es también significativo: de 84,7 tantos de media a 70; de 19,8 pases de canasta a solo 12 (7 ante el Baskonia).
Los blancos adolecen en el puesto de base. Necesitan uno de nivel que dé aire a Campazzo. Alocén es aún joven para tanta responsabilidad y Laprovittola se mantiene en el equipo (tenía pie y medio en Grecia) por el asunto Campazzo-NBA: el argentino se marchará con casi total seguridad cuando el mercado norteamericano se abra y el Real deberá buscar entre el caladero seco de Europa y los descartes de la Liga estadounidense un recambio de garantías. Difícil, por no decir imposible. Y Llull ya no cuenta para esos menesteres: "Ahora tengo tres bases más puros que él", asguró Laso. Un escolta anotador y que penetre con fuerza hacia al aro rival tampoco sobraría.
En la zona, Tavares no tiene sustituto de garantías tras la salida de Gustavo Ayón en el verano de 2019 y de Jordan Mickey este. Garuba es lo más parecido al caboverdiano en la plantilla y cumple, pero no es Zizic. Joven y con un techo de progresión muy elevado, el center croata iba a ser la solución a ese quebradero de cabeza para Laso. El retraso a la hora de ficharlo (sin salidas no hay entradas) arrojaron al balcánico a los brazos del Maccabi Tel Aviv. Un zarpazo en los planes madridistas. Es todavía octubre, pero el toque de atención es claro y contundente: no se permitirán más afrentas al escudo.