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PRETEMPORADA ACB

Derrota del Bilbao ante el Burgos en su primer ensayo en Miribilla

Un parcial de 0-11 en el tramo final destrozó las esperanzas del equipo de Mumbrú, que acabó muy blando y en cinco minutos emborronó lo bien que lo hizo el resto del amistoso.

Jones, ante Sakho
BILBAO BASKET

La pretemporada ACB sigue su curso en pabellones extrañamente vacíos como Miribilla, que ha asistido a un Bilbao Basket-Burgos con los participantes, las parejas de algunos jugadores locales, ciertos directos y un puñado de periodistas. No lo pudieron ver las aficiones de ninguno de los dos equipos, las más ruidosas de la ACB, y la verdad es que se perdieron un por momentos buen espectáculo, sobre todo en la primera parte, muy ofensiva. Pero en estos casos siempre suele haber tirones y parciales amplios. El San Pablo dominó el primer cuarto (20-24), con 8 puntos de un inspirado Rivero, pero en el segundo el Bilbao Basket le dio la vuelta al luminoso gracias a su acierto en el tiro exterior (7/12 en triples) con Kulboka y Rigo especialmente acertados. Arreció un 31-17 para dejar el 51-41 al descanso que se desvaneció rápidamente. El conjunto castellano endosó un 1-17 a los 'hombres de negro' y volvió a cobrar ventaja para encarar los diez minutos finales con un incierto 62-63. Y remató la faena con un 0-11. Suena a estribillo conocido: los vascos ya reventaron en el último suspiro de la Euskal Kopa ante el Baskonia. 

Para el Bilbao Basket, que se sustentó durante 20 minutos en el acierto en el tiro, fue el cuarto compromiso. Lleva tres derrotas (en la doble cita con el San Pablo más la de la Euskal Kopa ante el Baskonia) y un único triunfo, ante el Estudiantes. Y el Burgos ha cubierto mejor el camino: cayó ante el Fuenla pero se ha impuesto a los vizcaínos y al Baskonia.

Fue un pulso igualado, decidido por cuatro pérdidas en el tramo final, tres de Brown y otra de Betolaza, todas en primera línea, que depararon contraataques mortales. En ese tramo decisivo, la tropa de Mumbrú se mostró extrañamente blanda, emborronó en cinco minutos todo lo bueno que hizo anteriormente. El Burgos tiene gente con muchas horas de vuelo y su técnico Peñarroya siempre incide en presionar como fieras el primer pase enemigo y meter manos constantemente. Ante esa actividad, el Bilbao Basket, tal vez cansado y desvalido en la dirección por la ausencia de Hakanson, no encontró respuestas. 

Betolaza fue la primera rotación de Mumbrú. El chaval, hijo de exjugador histórico y ahora metido a fisio, ha cogido la delantera a Miguel Ruiz, una de las sorpresas en la burbuja de La Fonteta. Se le hizo muy cuesta arriba la capacidad castellana de negar líneas de pase. Y a Brown, muy ansioso desde que ha vuelto de la lesión.

Peñarroya no movió el quinteto de salida en siete minutos. Los primeros 20 eran chispeantes en cuanto al ataque, con Rousselle rompiendo muy fácil a su par y Zyskowski dejando una carta de presentación fabulosa en su primer encuentro en su nueva casa. Serron también está mucho más acoplado y Rigo siente que está ante su gran año, se atreve a más cosas, aunque acabó lesionado, por un esguince en el tobillo derecho. Tras la tímida toma de contacto de la campaña pasada, Kulboka se siente más importante y tira con elegancia y determinación. Entre los nuevos, Moses y Jones (dos puntos entre ambos) aportan músculo y muelles atrás, pero aún les falta mucho para comprender el juego en ataque. O machacar o morir, es el resumen para ellos.

Tres puntos de Brown a una pierna en el último segundo del primer tiempo puso la ventaja local en diez: 51-41. Luego llegó el gran atasco bilbaíno, mientras que el Burgos, equipo mucho más constante, siguió con sus rutinas: el juego por libre en el uno contra uno de McFadden, la clase de Benite y Rivero y la aparición de Horton, que se las tira todas y llega a muchos rincones con sus largos brazos.

Al RETAbet le vino una marea de puntos en el tercer cuarto. Mumbrú prefirió no parar la refriega con un tiempo muerto. Hasta se le salían los mates, como uno de Jones, al que en un despiste absoluto le quitaron la bola cuando buscaba al base para dejársela. Faltaba dureza bajo el aro y sin Balvin, la zona era un patio de recreo para los burgaleses. Peñarroya, siempre cargante con los colegiados, fue castigado con técnica por protestar. Reyes al fin encontró el aro desde lejos, en un triple frontal, para poner el 73-70, a falta de 3:40. A partir de ahí, se acabó lo que se daba: 0-11 y a casa. El Bilbao entró en el agujero y el Burgos se devoró a la presa.