El Bilbao no frena y da un serio aviso para la Copa ante Unicaja
Seis mates de Lammers: cuatro por 'alley oops' y dos tras 'pick and roll'. Se juntó con Kulboka, Rousselle y Bouteille para doblegar a un cuadro malagueño acertadísimo en el triple: 16/30.
Tal vez Pablo Laso debería ir preocupándose. Inquietarse por las noches cuando llegue la hora de coger postura en la cama. Porque ese ascendido que podía proponer ante su equipo un mero trámite en cuartos de final de Copa va como un cohete. Tiene tal nivel de confianza el Bilbao Basket que ya nada le asusta, ni siquiera la idea de seguir con el pleno de Euroligas a los que ha cortado la cabeza (con el Valencia lo ha hecho dos veces). En campo de ataque está iluminado como los Warriors; los buenos, no los de ahora. Lanza balones al aire como se propulsa el hombre-bala en los circos, que Lammers ya los recogerá para guardar en la cesta. Hizo seis canastas de dos, todo mates. Solo falló un tiro, a media distancia, será porque se vio extraño. Y luego tiene a Bouteille, una de las revelaciones de la ACB, un jugador que no se equivoca casi nunca, que tira como los ángeles y marca los pasos en penetración con perfecto 'timing', para acabar ayudado en la tabla.
RESUMEN
RETAbet Bilbao Basket (22+26+20+30): Schreiner (7), Rafa Martínez (7), Bouteille (16), Sulejmanovic (5) y Balvin (8) -cinco titular-; Rousselle (11), Rigo (6), Sergio Rodríguez (3), Kulboka (18), Lammers (17), Haws y Cruz.
Unicaja (18+18+35+24): Adams (18), Fernández (20), Toupane, Thompson (13) y Gerun (9) -cinco inicial-; Díaz (3), Brizuela (21), Waczynksi (5), Suárez (3), Guerrero (3) y Elegar.
Arbitros: Miguel Angel Pérez Pérez, Arnau Padrós y Esperanza Mendoza. Sin eliminados.
Incidencias: 8.690 espectadores en Miribilla.
En esta ocasión salió el mejor Kulboka, espectacular en el disparo lejano. Y Rousselle (¡y eso que andaba con fiebre!), para formar un cóctel que explotó en las narices de un Unicaja al que cabe reprochar su apatía del primer tiempo y la blandura en el juego interior, pero se corrigió perfectamente en el segundo. Puso en la balanza 16 triples sobre 30 intentados y parecen argumentos suficientes para opositar al triunfo. Eso sí, falló el decisivo, el que daba la prórroga. Y en el lado contrario, sacar un encuentro en el que te meten 48 puntos por el camino más corto para anotar tiene un mérito gigantesco.
Los detalles decantaron un partido vibrante en muchos instantes. Una pérdida, algún tiro libre, una elección a destiempo, el tiro final... eso te determina el 1 o el 2 en la quiniela. Si vas a jugar la Copa, siempre sirve de ejemplo el partido previo. Suele chequear el estado de ánimo de cada cual. El Bilbao Basket se va cargando a rivales con pedigrí y el Unicaja mantiene sus dudas, esas que han obligado a activar su condición de organizador para estar en su propia Copa. Los vizcaínos están sabiendo jugar los momentos decisivos con aplomo, y eso les hace pensar que no son una comparsa para la cita del Martín Carpena, ni mucho menos. Ocho faltas hicieron los costasoleños en el primer tiempo, síntoma de que algo estaban haciendo mal, que la tensión no era la adecuada. Cuando te zampas tantos mates del cinco enemigo es que algo chirría. Lammers campaba a sus anchas: busca la espalda a Gerun (jugador pretendido por el RETAbet el año que descendió) y sobrevolaba el espacio aéreo de Miribilla sin ningún radar a la vista. Cuatro mates tras 'alley oop' y otros dos después de una conexión que empieza a ser conocida en la ACB: el 'pick and roll' con Rousselle. El rebote ofensivo mantenía con vida a los pupilos de Casimiro, que estaban sin balance defensivo.
El RETAbet no se mueve un ápice de su mentalidad como equipo, sin individualidades que hagan la guerra por su cuenta. Por eso no extraña que su jugador con más nombre Rafa Martínez, fuera en los doce primeros minutos el único que no había anotado junto con el recién aterrizado Haws. La distancia se ensanchó al 53-38. Los cuatro pívots del Bilbao Basket completaron el mejor partido de los altos esta temporada de largo. Y Rousselle dirigía la orquesta con ese aire jovial que contagia a la grada. Pero el choque cambió tras el descanso. Fue más por acierto del Unicaja que por desconexión local. Casimiro puso a tres pequeños para tener más viveza. Las esquinas, allá donde nunca llega la defensa, eran suyas en el ataque y los triples empezaron a arreciar. La presión sobre las líneas de pase no valen para nada cuando el campo se hace tan grande. La zona 2-3 era dinamitada por el enorme acierto de los verdes: 7 de 8 en canastas desde el arco en un tercer cuarto, que deparó para los costasoleños tan sólo un punto menos que todo el primer tiempo (35).
Entre mates (uno de Lammers de concurso de All Star, de espaldas cogiendo el balón abajo), triplazos (terrible el de Schreiner para clausurar el primer tiempo con bote y lanzamiento de nueve metros), una canasta de Brizuela a lo Mamba rectificando en el aire y el tono físico que iba elevando el visitante, había momentos de verdadero 'showtime', de pura NBA. Sólo desentonaban los árbitros. Pero a Unicaja le faltó el colofón. Suárez parece pesado, fuera de forma, y no hay un pívot dominante en la pintura. A Mumbrú le salió bien la apuesta de hacer falta en las dos penúltimas posesiones cajistas, con tres de ventaja. Balvin amarró los dos tiros libres decisivos con 8,6 segundos para acabar y 96-95 en ese momento en el luminoso. Ninguno entró limpio y el segundo golpeó dramáticamente tres veces en el aro. Jaime Fernández erró el último tiro por la prórroga. "Nos vemos en la final", bromeaba Casimiro tras concluir su comparecencia en la sala de prensa. "Vamos allí a disfrutar", lanzaba Mumbrú. Sonaba más creíble lo de este último. Como su equipo. Más auténtico. Más merecedor de Copa. Y, ¿por qué no? de unas semifinales. Ojito Laso.