Los Spurs pasan por un momento incierto, una ola que les lleva arriba y abajo muy rápido y da que pensar a los aficionados que durante los últimos veinte años les han visto dominar la NBA. En el AT&T Center, su pabellón, se están mostrando especialmente irregulares: ocho victorias y ocho derrotas, sólo un 50%.

En el último compromiso les ha tocado sufrir la furia de uno de los mejores jugadores de su historia, el actual MVP de las Finales y campeón Kawhi Leonard. Venían los texanos con un buen precedente: habían anulado su efecto en el pasado encuentro, el 30 de noviembre, y querían repetir. Le volvieron a intentar poner nervioso (a éste, sí, que es de hielo) con constantes abucheos, pero eso fue gasolina en el tanque de un Kawhi que esta vez sí desató todo su potencial con el equipo que le hizo ser quien es y con el que conquistó el campeonato de 2014. 

Los Spurs se desinflaron antes del descanso, sufriendo para contener las transiciones rápidas y el mayor ímpetu en las líneas de pase de los de 'Doc' Rivers. Nada que ver, por otra parte, con lo que ocurrió después del paso por vestuarios. DeMar DeRozan, cogiendo la responsabilidad, se quedaba corto pese a los buenos esfuerzos realizados: bajón absoluto, partido finiquitado con los locales ya a veinte de distancia y con el público dándose cuenta de que eso no tenía remedio. 

Ritmazo y control por parte de Lou Williams, cero oposición para Ivica Zubac y Montrezl Harrell y el espectáculo de un Kawhi Leonard (26 puntos, 7 rebotes, 9 asistencias y 4 robos) que sumó su primera victoria como visitante en San Antonio dejando a todos callados. Los Clippers, a la caza de los Lakers. 

La derrota por 109-134 dejó contrariado a un Gregg Popovich que fue duro con los suyos al terminar el encuentro: "Hemos sido bastante estrafalarios esta noche y vamos muy flojos de físico, a ver si podemos recuperarlo para el próximo partido".