Los árbitros desquician al Bilbao Basket en Badalona
El Joventut (séptima victoria seguida) hizo un 22-2 y se aprovechó de las 33 faltas al rival. Cuatro técnicas y tres tiros libres repetidos en un partido caótico por culpa de los colegiados.
El Joventut ya tiene la séptima victoria seguida en el zurrón y no ceja en su empeño de clasificarse para la Copa pese a salir por un camino extraviado en la actual temporada. El Bilbao Basket sigue en su línea de sequía a domicilio, de no rascar bola tras el sorprendente y fantástico inicio en Tenerife. Pero esta vez tiene coartada. No le dejaron ganar por errores de los árbitros que facultan a cualquier espectador neutral a pensar mal. Especialmente en el caso de Sánchez Mohedas; al donostiarra se le bloquea la objetividad cuando está por medio el equipo de Mumbrú. Se puede fallar, que todos somos humanos pero ¿con el 'instant replay' por medio cómo es posible semejante borrón?
La Penya es un equipo perro,de esos que no se andan con chiquitas, a veces demasiado teatrero con la puesta en escena del famoso 'flopping'. Tienen paciencia esperando su momento, se mueven con un baloncesto rápido y alegre. Y Omic es un coloso que agarra, empuja, protesta, gesticula, pero parece tener bula papal. Ante todo eso, el RETAbet fue desquiciándose y las 33 faltas le sacaron del partido. El doble criterio arbitral (a Brown se le castigaba hasta por respirar y a Prepelic se le permitió esas circulaciones sacándose gente de encima) invitan a abrir tres neveras a pleno funcionamiento y poner a hibernar a los colegiados. Al jugador cedido por el Madrid le anularon bien en el primer tiempo, pero se desmelenó tras el descanso. Aliaga, Martínez y Sánchez Mohedas no dormirán a pierna suelta.
En un momento clave, cuando el partido marchaba igualado y se encaminaba a un emocionante final, el trío arbitral empezó a encadenar despropósitos y dejó vía libre a los verdinegros. De todos modos, que los vizcaínos no lo esgriman como excusa. Hubo errores que no se tapan con una rosario de desaciertos de los que portan el silbato (como un 0/7 en triples de saque). No estuvieron a la altura en el control de partido cuando se fueron 13 arriba y les endosaron un 22-2 y tampoco se apoderaron de los detalles, como algunos tiros libres claves o una jugada en la que Sulej se metió una autocanasta al intentar sacar la bola. Les falta madurez cuando hay mucho ruido externo. Mumbrú intentó romper la dinámica decadente con Rigo y el chaval respondió unos minutillos. Bouteille fue el faro que iluminó un viaje teórico a puerto victorioso, pero todos acabaron fuera de sí. Cuatro técnicas, tres repeticiones de tiro libre por invadir zonas prohibidas antes de tiempo (dos de ellas en un mismo lanzamiento, que ya es difícil ver)... no hay cuerpo que aguante tanto lío. Desestabilizan mentalmente al más calmado.
La defensa de Rousselle y Brown (cuatro faltas en menos de dos minutos) fue un bluf. También la tomas de decisiones del base francés en varias fases. Y Rafa Martínez tiene que ser mucho más líder, dar un golpe sonoro en la mesa en casos como éste en el que al equipo le están tomando el pelo. Sin él, los 'hombres de negro' a veces andan carentes de personalidad, no se entregan nunca pero alguien tiene que tirar del carro. Empezó el equipo 'apostador' consintiendo puntos muy fáciles pero tuvo tiempo para cambiar la partitura. Con un juego sencillo, teniendo a Lammers como coloso bajo el aro e imponiendo miedo en cada movimiento en la pintura, los bilbaínos fueron haciendo camino, apoyados en Balvin. Bajo el aro imponían físico. Pero llegó la reacción local, que tuvo que cortar Mumbrú con una técnica que parecía forzada, aunque lo negó al final. A Brown le tenían en el punto de mira y tras un matazo le cayó el balón a la mano y te graparon una técnica. Era un momento clave, con uno abajo para los visitantes, a menos de cuatro minutos para acabar y con la carrocería intacta.
López Aróstegui y Prepelic ponían en evidencia la nula cintura de los exteriores del RETAbet en el uno contra uno. En el cuarto final se vio un intenso bombardeo sobre una misma canasta. Y Omic empezó a hacer de las suyas por dentro y a montar la jarana que tanto le gusta. Mumbrú lo intentó con cuatro pequeños, pero el daño ya estaba hecho. Zisis empaquetó el triunfo. Al margen del desaguisado, fue un partido duro, una especie de Guadiana en el que el caos llegó a ser una bendición en un tramo concreto. Hasta que dejó de hacer gracia.