Resumen y resultado del Real Madrid-Unicaja: Liga Endesa (82-71): Tavares ensombrece al Unicaja
El pívot, en un derroche tremendo de intensidad, fue clave con 10 puntos, 10 rebotes y 2 robos. Octava victoria del líder, que se mantiene invicto en liga.
El Real Madrid suma y sigue en la Liga Endesa. Los blancos se han impuesto en la 8ª jornada al Unicaja (82-71) con un Walter Tavares multiplicado en pista. El pívot caboverdiano, que mostró una intensidad encomiable durante todo el partido, acabó con 10 puntos, 10 rebotes, 2 robos y un tapón para 24 de valoración. A su lado brillaron Gabriel Deck (12+7 rebotes), Anthony Randolph (10) y Sergio Llull (13) en la ofensiva. El primer cuarto encarriló el choque para los locales, que supieron mantener la renta hasta el final. Por parte visitante destacaron Carlos Suárez y Josh Adams, con 16 puntos cada uno, y Volodymyr Gerun (11+7) en la zona. De esta manera, el Madrid se mantiene como líder invicto. Por su parte, el Unicaja sigue en puestos de playoffs y equilibra su balance de victorias-derrotas.
El choque comenzó con una tónica clara. El Madrid, muy metido e intenso en los balones divididos, ahogaba a un Unicaja incapaz de hacer daño en la pintura. Deck, incansable en ambas partes del campo, y Tavares cazando lo que le llegaba fueron claves en un primer parcial soberbio (21-13). Acabaron con 4 rebotes cada uno y el argentino con 10 puntos. No obstante, los cajistas mejoraron en ataque tras las rotaciones. El aporte de Gerun en el juego interior y el acierto de Suárez ayudaron a reducir una renta que el Madrid volvió a estirar antes del descanso (46-37).
A la vuelta de los vestuarios, como si de déjà vu de la primera parte se tratara, el Madrid volvió a pisar el acelerador. Llego a conseguir una renta de 18 (60-42) con Causeur, Campazzo y Randolph golpeando pero el bloque malagueño se rehízo de nuevo con Suárez y Adams, evitando que el partido se rompiera antes del cuarto final (62-51). En el último cuarto, los visitantes se toparon con el recital en la zona de Tavares. El pívot, con un despliegue tremendo, evitaba que la diferencia obtenida por los blancos en el cuarto inicial se viera reducida en los instantes finales.