Rafa Martínez salió de la Fonteta entre lágrimas el 10 de junio. Es eterno allí. Creció de la mano del Valencia, donde fue un ídolo, y cuesta mucho dejar caer el telón cuando aún el baloncesto aún te hace cosquillas. Y bien que agradeció el Bilbao Basket esa despedida, porque a base de insistencia de su director deportivo, Rafa Pueyo, y el técnico, su amigo Álex Mumbrú, logró subirle al carro de Miribilla tras el ascenso. Con tanta apuesta como hay en Bilbao, es el llamado a tirar del carro, marca un antes y un después en el club, algo así como cuando apareció el propio Mumbrú por el BEC en 2009, aunque por entonces el dinero se gastaba a puñados en el club. Así le ha ido. Da un plus que le obliga a ser el líder. 

Con Martínez, el Bilbao basket recupera esos fichajes de baloncestistas de mucho nombre que parecían olvidados con la actual crisis. Tres Eurocup (2010, 2014 y 2019), una Liga (2017) y una Supercopa (2017), en Valencia, amén de un título LEB con el Manresa y varios subcampeonatos no pueden resumir el carisma de un jugador que ha sido uno de los más apreciados en España. No ha llegado al peldaño triunfal de los Juniors de Oro pero está justo por debajo. "Prometo trabajo, entrega, todo lo que sea necesario hacer por el bien del equipo”, refrendo en su puesta de largo como Hombre de Negro, en el concesionario Enekuri, junto al icónico Mini, aunque su aportación no será como el tamaño del coche sino como un autobús para 50. “Me implico desde el minuto uno, éste es mi tercer club y voy a hacer lo mismo. Soy un jugador de club. Es mi manera de trabajar, voy a seguir con esta filosofía”, agregó.

Su salida de Valencia fue dura y no se plantea si volverá cuando cuelgue las botas, ya que vive el día a día. Ha estado en Miribilla mil veces, hasta en un playoff que llevó al Bilbao al subcampeonato ACB, y le fascina ejercer de local.  “Es un sitio con un ambiente de baloncesto espectacular gracias a la marea negra, donde creo que me voy a sentir jugador después de un año en el que no he jugado muchos minutos, acostumbrado a tener un rol importante. Quería vivir una experiencia como esta y es el mejor sitio para hacerlo”, reconoció. “A todo el mundo le gustaría jugar aquí y recientemente viendo la Final Four (de LEB Oro) a qué jugador no le gustaría venir”.

Tras Rafa Martínez, falta por hacer oficial al base Jonathan Rousselle, que viene del Limoges de la mano del alero Bouteille. Y luego se cerrará el equipo con otro cuatro. Las opciones que existían sobre Edu Martínez y Matulionis se resolverán con opciones de corte muy asequibles. La opción de Rigo como complemento exterior y aportando su cupo se valora. El club está inmerso en una ardua labor de cantera pero si nada se tuerce deja marchar a Mendikote, una apuesta que se trajo en 2017 a bombo y platillo desde Zaragoza y con un año más de contrato. Algo ha fallado en el trabajo con este chico, al que se presentó así hace dos años: "La llegada de Unai, como la de otros nombres como el de Aitor Zubizarreta (otro que ya no sigue), quiere cimentar las bases del futuro de Bilbao Basket con representación del talento del basket local. Unai es un alero dotado de un gran físico, talentoso y un gran trabajador con mucho camino por recorrer. Queremos que Unai crezca como jugador en casa y pueda alcanzar la élite del basket español con los colores del equipo de su tierra”. Adiós a un chaval de 20 años que ha pasado por el Europeo Sub-16, en Kaunas. y el Mundial Sub-17 en Zaragoza.

Rafa Martínez sí tiene ilusión por el proyecto. “Es una plantilla que viene de jugar un buen baloncesto en LEB, con jugadores muy comprometidos con el club que van a seguir creciendo aquí, con el fichaje de Balvin, muy importante en la posición de cinco. Es la manera de encarrilar un proyecto, con jugadores que lo han hecho bien en LEB, que es complicada, con el mérito de subir a ACB. Se están haciendo las cosas muy bien”, remarcó el escolta de Santpedor, el pueblo de Guardiola. Para el extaronja, el secreto del éxito es ser un bloque, como el año pasado en la LEB”.

Rafa, acompañado en la puesta de largo por su agente Miralles, excompañero del Valencia, se ha enfrentado a Mumbrú muchas veces, y casi le ve como un colega de fatigas. "Es un ganador, un tío de baloncesto y él no pensaba que iba a ser tan rápido su paso a entrenador. Es un trabajo duro mentalmente, pero él lo vive, es su pasión y tiene mucho mérito porque la temporada pasada no era nada fácil poder subir y lo hicieron y de una manera bastante sólida”, resumió.