El Bilbao fulmina a Palencia y se verá con Melilla en su Final Four
Casi 10.000 personas en Miribilla. Los castellanos cayeron con mucho honor en un partido de desgaste. El segundo clasificado se apoyó en Schreiner y Brown: 3-2. Palma-Ourense, el otro cruce.
El Bilbao Basket sudó lo suyo pero ya está en su Final Four, la del 1 y 2 de junio. Por lo tanto, se jugará el ascenso en Miribilla, en una cancha en la que desde los tiempos del subcampeonato ACB y la Euroliga flota un ambiente místico. El 3-2 ante el Palencia cayó por desgaste, físico, metros de plantilla, determinación de Brown y experiencia de tipos como Schreiner y Salgado. Fue tras el descanso. Cuatro triples y un tiro libre acabaron por desmentir la candidatura morada, la de un equipo que ha jugado sus bazas con el convencimiento de los Warriors y al que solo cabe felicitar. Pocas veces, por no decir ninguna, se han visto en LEB Oro 10.000 gargantas en unos cuartos de final. Así es imposible perder. Los bilbaínos se verán las caras en semifinales con el Melilla, al que ganaron dos veces en la liga regular. En la otra parte se anuncia un Palma-Ourense (los baleares ganaron al Granada en un drama cifrado en 76-75). No puede haber equipos más alejados de Bilbao: dos que llegarán en avión pasando el mar Mediterráneo y otro en la esquina noroeste peninsular.
El primer cuarto del desempate ya delimitó el terreno que se iba a explorar: 30 puntos entre los dos, muchos nervios y poquísima fluidez. La constante de esta serie se mantuvo: el Bilbao Basket fiaba gran parte de su porvenir al tiro exterior y el Palencia dormía el juego, lo llevaba al extremo físico, impedía, perfectamente organizado y con su gran balance, el contraataque y marcaba la pauta con sus alternativas defensivas. Los dos salieron a fuego, sin dejarse nada en la despensa. En este tipo de noches a vida o muerte, se desenvuelve como pez en el agua Otegui, porque ha vivido mil películas de ahorcados en el que él era quien apretaba la soga. Tomó las riendas ante jugadores que jamás se habían visto en otra: diez mil enfervorizados hinchas y un billete para una Final Four.
Kone ha reflejado la cara y la cruz de la serie. En los anteriores partidos de Bilbao pasó de puntillas por las faltas personales y en los dos últimos ha dado una gran rotación, con mucha capacidad atlética para ir al rebote y lecturas atinadas en el juego entre pívots. Otra cosa es Grimau, al que se le hizo muy cuesta arriba tantos partidos en 12 días. La igualdad era máxima, apenas había más tirones que un 8-0 local en el segundo acto para dibujar un 25-21.
El Bilbao Basket salió tras el descanso decidido a romper el partido y, de una vez por todas, la eliminatoria. Schreiner, que ha ido entonándose según avanzaba el cruce, metió dos triples seguidos y Rigo embocó otro para dejar todo encarrilado: 45-38 a falta de 13:49. El cansancio empezaba a hacer mella, pero el cuadro chocolatero se amparó en Vasturia para volver a erguirse. Los vizcaínos cogieron ritmo al fin, aunque volvían a ser poco hábiles a la hora de utilizar las faltas: consentían canastas y adicional, mientras que los castellanos no se andaban con florituras: o cesta o falta pero nunca las dos cosas.