NBA | WARRIORS 121 - CLIPPERS 129 (3-2)

Los Clippers fuerzan el sexto y traen de vuelta a Oakland los fantasmas de 2016

Los Warriors no perdían dos partidos seguidos de playoffs en casa desde el día que les quitó el anillo LeBron y compañía. Lou Williams (33+10), brutal.

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De momento habrá que esperar para ver la ansiada semifinal entre Warriors y Rockets. Mientras que los primeros han hecho su trabajo, los segundos se han complicado la vida y tendrán que ir a Los Ángeles a sentenciar en el sexto partido de la serie. Eso o jugárselo todo en un séptimo que se disputaría el domingo (21:30 hora española) por el que nadie habría apostado al comenzar estos playoffs.

Ya no es una apuesta de riesgo. Cualquier cosa es posible en esta eliminatoria porque, quitando el primer partido, apenas hemos visto esa supuesta superioridad aplastante de los campeones, favoritos totales para ganar a su rival. Esta noche incluso se ha podido observar aun equipo con claras carencias, algunas de ellas ya sabidas, otras intuidas. Todas se juntaron hoy, especialmente entre el segundo y tercer cuarto, cuando aquéllo parecía de todo menos la casa de los Golden State Warriors.

Nunca habían tenido tan poca profundidad de banquillo. Los dos suplentes principales, Iguodala y Livingston, empiezan a dar claros síntomas de fatiga, mientras que el resto aporta a cuentagotas. Pero esta noche también han aparecido esos Warriors transparentes en defensa, tan alejados del equipo que lleva mandando en la Liga durante años. Y, por último, y quizá lo más importante: han dado la sensación de no tener hambre, de estar mentalmente apagados. Y eso no se arregla de un día para otro, por mucho que entrenes.

El partido deja unos cuantos récords negativos para los Warriors de Steve Kerr. Nunca bajo su mando habían necesitado seis encuentro (de momento) para superar la primera ronda. Nunca les habían metido en casa y en playoffs 71 puntos al descanso ni 104 al final del tercer cuarto. Y sólo una vez habían perdido dos partidos seguidos en casa en post temporada: en las finales de 2016, cuando desperdiciaron el primer 3-1 de la historia ante los Cavs de LeBron e Irving. Sin duda, el peor momento de este equipo de ensueño.

Todo esto estuvo a punto de borrarlo Kevin Durant, con con la mejor anotación de su carrera en playoffs (45 puntos) volvió a poner a los suyos arriba a falta de tres minutos después de ir perdiendo desde mediados del segundo periodo. La llegada de Durant al equipo marcó un punto de inflexión. Desde entonces se ha visto a los Warriors más dominantes en eliminatorias. En 2017 no perdieron ningún partido en casa y el año pasado sólo uno. Esta temporada llevan ya dos y sólo han jugado tres en el Oracle.

Cuando los locales se pusieron 1 arriba con un mate de Durant, después de que los Clippers hubiesen entrado en cortocircuito (2 puntos en cinco minutos y medio), cualquiera habría dado por hecho que el partido iba a caer del lado de los Warriors. Pero Lou Williams tenía otros planes. Enlazó 8 puntos consecutivos, maravillosos todos, que mataron el partido. El escolta está haciendo una serie monstruosa y anoche dejó otra muestra de ello: 33 puntos, 4 rebotes y 10 asistencias.

Junto a él, un impresionante Patrcik Beverley con récord de rebotes incluido (17+14+4) y un infalible Montrezl Harrell (24+5), que es un auténtico lujo para esa segunda unidad que comanda Williams. En esos últimos minutos sorprendió no ver a Curry, que sólo lanzó un triple (y lo metió) en los últimos cuatro minutos. Llegó cuando el partido ya estaba perdido. Klay Thompson (22) sí que lo intentó, pero con irregular acierto.

Los Warriors tienen experiencia suficiente, más que nadie, para dar la vuelta a la situación dentro de dos días. Mañana por la noche visitan Los Ángeles y lo harán con la presión de saber que en semifinales van a esperar unos cada vez más descansados Rockets y que, mientras tanto, tienen enfrente a unos Clippers que no parece que tengan intención alguna de irse de vacaciones.