"Ayudar a personas con discapacidad me cambió la vida"
Chema González, pívot del Montakit Fuenlabrada, creó hace un año junto a un amigo la escuela 'Baloncesto sin rasgos' para chicos y chicas con discapacidad intelectual.
EI pasado 12 de enero el pabellón Fernando Martín fue el escenario de un partido muy especial. Durante el descanso del Montakit Fuenlabrada-Obradoiro, 18 chicos y chicas con discapacidad intelectual disputaron un pequeño encuentro frente a los más de 5.000 espectadores que poblaron ese día las gradas del pabellón del sur de Madrid. "Para ellos fue un sueño jugar delante de tanta gente como si fueran profesionales", cuenta Chema González a As, el principal culpable de que Quique, José María, David, Pablo, Carla, Alberto, Javier, Quique, Raúl, Miki, Natalia, Paula, Pablo, Fede, Álvaro, Juanma, Ignacio y Susana jugaran en la misma pista donde ya lo hicieron en el pasado Pau Gasol, Juan Carlos Navarro y Luka Doncic.
Ellos son solo parte de los 40 jóvenes jugadores que el pívot del Fuenla ayuda a través de la escuela Baloncesto sin rasgos, cuya idea fundamental es "trabajar en su desarrollo personal y educarlos en los valores del esfuerzo". "Les damos la oportunidad de sentirse parte de un equipo de baloncesto, con todo lo que eso conlleva: compañerismo, labor en grupo... El poder darles todo eso con este deporte es una pasada. Me enseñan mucho y aprendo más de ellos que ellos de mí. Es una experiencia que me ha cambiado la vida", continúa.
Este zaragozano de 27 años fundó la escuela hace escasamente un año junto a un amigo que llevaba cinco años con los chicos. "Me interesa mucho el tema de la discapacidad y después de varios años colaborando, decidimos unir fuerzas y lanzarnos hacia delante: creamos la asociación e hicimos el primer campus", comenta González, que cumple su quinta temporada en el Fuenlabrada.
Evolución del proyecto
Disfrutar en el Fernando Martín solo fue un pequeño paso para este incipiente proyecto. "Queremos crecer. Abrir más escuelas y que Baloncesto sin rasgos se extienda por toda España, con un equipo en cada ciudad del país y que esté ligado a un jugador. Deseo que los chicos se identifiquen con un profesional", subraya el canterano fuenlabreño, que ya ha empezado a contactar con diferentes compañeros de profesión para que la rueda no pare. Para que todo siga rodando en una iniciativa que necesita apoyo económico para así repetir experiencias tan maravillosas como el viaje a la playa del pasado verano. "No contamos con más ayuda que la de los padres: solo con su confianza, que es enorme, se solventan muchos problemas. Necesitamos más medios. Es una oportunidad para mandar un ejemplo a la sociedad sobre la validez y las capacidades que poseen", concluye el pívot, que tiene un gran objetivo entre ceja y ceja: realizar un campus con chicos con y sin discapacidad. Simplemente inclusión. Simplemente normalidad.