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BALONCESTO

Pedro Ferrándiz cumple 90 años: "Es una figura sensacional"

Ramos, Emiliano, Cabrera, Corbalán, Sevillano y Brabender recuerdan para As cómo era jugar para Pedro Ferrándiz, el día que la leyenda del Real Madrid celebra su cumpleaños.

Pedro Ferrándiz posa para As.
jesus rubioDIARIO AS

El baloncesto español se encuentra hoy de celebración: Pedro Ferrándiz, el entrenador más laureado en la historia de nuestro país, cumple 90 años. El hijo predilecto de Alicante forjó un imperio eterno en el banquillo del Real Madrid: 27 de los 87 títulos blancos tienen su sello. Cuatro de las cinco primeras Copas de Europa que reinan en las vitrinas del club llegaron de un genio que cambió radicalmente la forma de jugar a este deporte en España. "Es una figura sensacional. Una persona encantadora, pero muy rigurosa como entrenador", asegura Carmelo Cabrera, base de aquel equipo legendario. El canario recuerda su especial primer contacto con Ferrándiz: "Tenía 16 o 17 años cuando me llamó para decirme que quería ficharme. ‘No estoy para perder el tiempo’, contesté al creer que todo era una broma de un amigo. ‘¡Cómo que no! Llámame a cobro revertido’. Lo hice y era él". "No nos permitía tomar vino en las comidas, pero al final pude convencerlo porque era una persona muy razonable. Nos permitía una botella por cada cuatro jugadores", dice Emiliano.

Entrenador blanco durante trece temporadas en un periodo de 16 años (también de la Selección entre 1964 y 1965), fue un pionero que atravesó la fronteras de la Península en busca de los mejores diamantes para el Madrid. "Irme a buscar a Minnesota en 1967 tiene su mérito", cuenta Wayne Brabender. "Era muy estricto. No admitía errores de sus jugadores, pero lo hacía por el bien de todos". "Yo estuve con él desde infantiles cuando me fichó del colegio Chamberí por ocho balones", dice Sevillano, que recuerda como en un partido contra Estudio se mantuvo fijo con el balón bajo el brazo durante 15 minutos por orden del técnico: "Defendían en zona y nos dijo que aguantáramos la pelota para obligarles a defender al hombre (no había posesión de 24 segundos)". El partido se suspendió y se disputó días después. El Madrid ganó y el alicantino se salió con la suya: el rival abandonó la zona.

"Era un autodidacta, uno de los pioneros de este deporte"

El niño bonito de Saporta pasó de organizar un torneo para niños y de dirigir al infantil y el juvenil al primer equipo del Real Madrid. Pero Ferrándiz, que se retiró a los 46 años porque los títulos le salían por las orejas, es mucho más. La huella sobre sus jugadores es eterna. "Era un autodidacta, uno de los pioneros de este deporte. Con 16 años me invitaron una semana a entrenar con el primer equipo y yo intentaba evitar correr riesgos para no cometer errores. Cuando me iba para casa el viernes, me dijo: ‘Chaval, yo te he invitado para que juegues como sabes y como te he visto. Si juegas así no me haces falta, porque ya tengo al resto’. Esas palabras sembraron en mí lo que a partir de entonces fue una filosofía, hay que arriesgarse y nunca jugar con miedo", rememora Juan Antonio Corbalán, base como Vicente Ramos, que llegó al Madrid desde el Estu bajó el ala de Pizarrín, como bautizaron al alicantino en el Ramiro: "En una ocasión fui hacia un balón en plancha y acabé deslizándome hacia el banquillo justo donde estaba él. Levantó los pies y me di. ‘Vicente, te vas a matar’, me dijo. ‘Jodío, podías haberme parado', contesté". Recuerdos sobre un gigante del baloncesto español.

La autocanasta obligó a cambiar las reglas de la FIBA

El 18 de enero de 1962, Pedro Ferrándiz cambió las reglas del baloncesto. Al técnico del Madrid se le ocurrió una genialidad para evitar una prórroga que hubiera terminado en desastre: la autocanasta. Los blancos jugaban en Varese el partido de ida de los octavos de la Copa de Europa. A falta de dos segundos, los italianos empataron el partido y eliminaron por faltas a Morrison (Sevillano también lo estaba y High­tower, lesionado). La prórroga no convenía y la jugada estaba ensayada. Lluís se la paso a Alocén que la metió limpia. Fingió celebrarlo ante una afición italiana que se burlaba. En la vuelta ganó el Madrid (83-62). La FIBA reaccionó para evitar más autocanastas: una multa y dos años de sanción para el que imitara a Alocén.