McFadden aparece en Donostia en el momento oportuno
Forzó la prórroga con una canasta de dos y ganó el pulso a Nevels. El Gipuzkoa, el único que no ha ganado aún en ACB, lo tuvo en su mano tras una ventaja de 16 puntos pero le faltó rematar la faena ante el Tenerife.
McFadden justificó que es un superclase, un aspirante a ser el máximo anotador de la ACB, un honor que recae en los elegidos. Tras un partido discreto, a la sombra de un Nevels eléctrico, el escolta amarillo cogió el fusil en el momento adecuado y abatió a un GBC que no ve manera de estrenarse este año. Lo de hoy ante el Tenerife le deja especialmente tocado, ya que rozó el triunfo durante largo rato ante un rival ausente hasta el descanso y hasta tuvo un +16, pero no tuvo los resortes de llevarse el gato al agua cuando lo tenía justo para recaudar.
Si Valdeolmillos echó en cara a sus jugadores falta de actitud en el anterior partido de casa, esta vez no se puede achacar nada a esta plantilla tan débil, con muy pocas herramientas y encima medio averiadas. Burjanadze ha dejado atrás una grave lesión pero ahora vienen las secuelas. Arrastra una lumbalgia. Y Faverani sigue de baja. Además, el mexicano Gutiérrez, que tiene que aportar mucha experiencia por fuera para que la nostalgia no se apodere de Donostia tras la etapa Chery, parece cojear cuando defiende el uno contra uno y emplea los descansos fuera del juego en pedalear en una bici estática.
El Gipuzkoa arrancó con las ideas claras: contraatacar a un equipo mucho más largo como el Tenerife. De inicio, se estropeó un cubo de tiempo encima de un tablero y se demoró el comienzo. Tal vez eso desconectó al Iberostar, que hacía el calentamiento sobre esa parte del campo. En tres minutos encajó un 9-0, con dos bandejas: una tras el salto inicial y otra en un contragolpe. Los locales metían muchas manos y se ajustaban en las ayudas. En el estreno en casa el Delteco llegó a 20 míseros puntos al descanso y en esta ocasión, ante una defensa sin actitud que llega tarde siempre, sumó 26 en el primer cuarto. El marcador se fue a un 30-15, con cinco pérdidas insulares y un tope de 34-18. Bobrov (qué valentía tiene este muchacho cuando ataca el aro esté quien esté esperándole) lo bordó y Sekulic le echó una mano.
Como una hormiguita, el equipo de Vidorreta fue remando a partir del descanso, aunque recibió un par de embestidas vascas. A falta de -8:49 Abromaitis sufrió una antideportiva y anotó uno de los dos tiros libres para poner por primera vez a su equipo por delante: 55-56. El columpió se activó con varios parciales para un lado y para otro. Nevels quería los flashes y anotó tres canastas seguidas. A 2,1 para acabar una posesión cerca del final, Gutiérrez fue taponado y el balón se fue a manos de Nevels, que con un tipo con envergadura como Steiger delante anotó un triplazo. Le dio igual haber metido una pedrada poco antes en el tablero. Estos anotadores son así. Era su momento y así lo advirtió Vidorreta en un tiempo muerto a falta de 3:50 con 63-60. Su equipo recibió el mensaje y firmó un 0-5. Los colegiados tuvieron que viajar un par de veces al 'instant replay' pero no lo hicieron (porque no pueden hacerlo) en la jugada con más trascendencia: decidieron que no había tocado el aro un tiro muy pasado de Dani Pérez que golpeó en el cristal y sopló ligeramente el hierro, a falta de cinco segundos.
Vidorreta eligió la prórroga (habida cuenta de su mayor arsenal) en esos cinco segundos que restaban y McFadden lo ejecutó con una gran canasta de dos en penetración cayéndose con un rectificado en el aire. Ahí arrojó la toalla el Delteco. Siguió el recital del escolta del norteamericano con pasaporte georgiano, con una cesta en una jugada contra todos soltando la izquierda y cobrándose una falta, aunque no convirtió el adicional. Más tarde cerró el curso magistral con otra conversión desde el arco (-2:01) tras el pase en el interior de Iverson y con Nevels punteando. Colofón a un prodigio que apareció en el momento oportuno. El GBC tiene que aprender a ganar porque no sabe hacerlo. Es el único que no lo ha hecho en el presente curso. Y lo que te rondaré...