Patrick Baumann, secretario general de la FIBA que renovó su contrato hasta 2031 y que es el brazo de hierro del organismo que rige el baloncesto mundial, no se asomó el viernes por la noche por el Auditorio de Tenerife. Allí se inauguró por todo lo alto la XVIII edición del Mundial de baloncesto femenino. La ausencia de Baumann no sorprendió porque se conocía en el Comité Ejecutivo del Mundial. Sin embargo, fue un ejemplo de la frialdad que rodea a día de hoy la relación entre FIBA y FEB, excepción hecha del feeling entre Jorge Garbajosa, presidente de la FEB, y Horacio Muratore, presidente de FIBA Mundial. Muratore sí estuvo en la ceremonia inaugural. Sentado al lado de Garbajosa, leyó un discurso agradecido a la FEB y a Tenerife. El papel que Muratore interpreta ya en FIBA, no obstante, tiene que ver ya más con lo simbólico. Una figura de embajador que aglutina a todos los continentes.

Pero la realidad de la sede de FIBA en Mies, Suiza, es distinta con España. Patrick Baumann entiende que la FEB no está haciendo todo lo posible por proyectar el nuevo sistema de Ventanas al mundo y considera que no presiona lo suficiente a los clubes de la ACB para que liberen a sus jugadores para jugar con sus respectivas selecciones nacionales. La FEB, que lleva casi un año haciendo malabarismos con las convocatorias, cree que Baumann ha puesto el foco mucho más en España (apodado the market en la jerga FIBA por la gran cantidad de internacionales que soporta la Liga Endesa) que en otros países. En la FEB, como es lógico, existe cierta preocupación por la posibilidad de que se produjeran episodios como los de 2016, cuando la FIBA amenazó a FEB con dejarla fuera de los Juegos Olímpicos por no respaldar que los clubes jugasen la FIBA Champions League en lugar de la Euroliga. De momento, el asunto no ha ido a más en ningún caso. Pero la ausencia de Patrick Baumann en la gala inaugural del Mundial, excelente por cierto, no parece ninguna casualidad.