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Los jugadores y cuerpo técnico del Real Madrid celebran el triunfo en Estambul ante el Fenerbahçe.
Los jugadores y cuerpo técnico del Real Madrid celebran el triunfo en Estambul ante el Fenerbahçe.@9FELIPEREYES

La Euroliga es tan dura y lleva a cada equipo tan al límite, que una mejoría colectiva como la del Madrid en las últimas semanas puede hacer que pase de perder seis veces en siete partidos a ganar los cuatro siguientes. De andar en peligro su pase a cuartos a colarse de golpe en la pelea por la cuarta plaza y el factor pista. El de este jueves ante el Fenerbahçe de Obradovic no fue un triunfo más, sino el de un equipo heroico.

El Madrid abatió al campeón de Europa en Estambul después de cinco derrotas en los seis duelos anteriores. Después también de ser barrido en la pasada Final Four. Y lo hizo sin un quinteto entero de lesionados (Llull, Rudy, Randolph, Ayón y Kuzmic), que lo vieron por la tele. Y sin Tavares, expulsado en el minuto 17 por la suma de dos antideportivas en la misma jugada, algo que no habíamos visto en la Euroliga (falta a Vesely en medio campo y luego, varios segundos después, otra cuando el checo entraba a canasta). Y lo hizo, además, tras verse a las primeras de cambio once puntos abajo: 17-6, minuto 8. Lo logró todo con tesón, con su habitual espíritu indomable, y por el crecimiento defensivo del grupo. Y ganó, por supuesto, gracias a Luka Doncic, que volvió a firmar un partido para la antología. A dos rebotes del primer triple-doble en la Euroliga en más de once años: 20 puntos, 8 rechaces y 10 asistencias para 37 de valoración. Su puesta en acción le cambió la cara a los de Laso. Junto a él en cancha, Carroll, Taylor, Maciulis y Reyes.

Reyes, cuarto anotador histórico de la Euroliga

Los blancos firmaron un pletórico segundo cuarto y se pusieron tres arriba tras un parcial de 17-31. Tavares había vuelto pero se marcharía pronto descalificado y Reyes (13 puntos: cuarto anotador histórico con 2.740) se quedaba como único cinco. Daba la talla ante Vesely y Doncic se emparejaba incluso con Melli. El Real cedía cero rebotes al descanso bajo su aro. Solo un pero... Taylor, que hizo una gran labor, debió sacar más rédito al poste cuando le marcaba Dixon. Cuatro balones recibió ahí en tres minutos y solo logró sumar un punto.

Sin Tavares, y acosados por las bajas, se intuían curvas en el camino madridista. Aguantaron sin embargo en la trazada sin visitar la cuneta. Ahora asomaba Thompkins y se mantenía la fuerza del colectivo. Y Doncic, siempre Doncic para nivelar la pujanza de Wanamaker y Datome: 61-62. Laso mandó a descansar al esloveno; dio igual. El Madrid resistía, de nuevo con Reyes antes de que hiciera su cuarta falta. Carroll se escapaba en una galopada y de la posible antideportiva se pasó a un balón perdido. Laso cogía aire para no estallar.

El desenlace nos iba a deparar un espectáculo de funambulismo. Con tantas heridas a cuestas era imposible que el Real no sangrara. El quebranto llegó en el rebote, unos rechaces de ataque que no existían hasta el último cuarto (solo uno) y que aparecieron entonces (nueve) por la superioridad física de Jason Thompson y Vesely. Aliento vital para los de Obradovic.

Justicia divina

Datome replicaba un estirón visitante y con 2:02 para el final… justicia divina. Doncic recibía la falta de Nunnally y continuaba hacia el aro hasta topar con Vesely: personal salvaje, antideportiva. No hubo expulsión como con Tavares, pero sí cuatro tiros libres (anotó tres) y posesión: 75-79. De ahí al final, solo Melli añadió una canasta: 77-79 cuando quedaban 54 segundos.

Wanamaker (20 tantos, pero solo tres en el último periodo) tendría dos acciones para forzar la prórroga. La primera la taponó Thompkins a falta de tres segundos y la segunda la marró desde cinco metros sobre la bocina. Un Madrid heroico. Ganó sobre el alambre para abrazar el segundo mejor balance en la Euroliga en 2017: 25-11 en el año natural. Exultante pese a tanta lesión.