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BILBAO BASKET - LIETUVOS RYTAS

El Bilbao Basket toca fondo y Miribilla pierde la paciencia

Ante el Lietuvos Rytas, nueva derrota, la quinta consecutiva, y sigue sin estrenarse en casa. El equipo está sin confianza. Kramer fue una pesadilla.

Todorovic ante Echodas
Todorovic ante Echodas LUIS TEJIDOEFE

El Bilbao Basket entregó la cuchara europea. Solo un milagro le salva de la quema, de caer por segundo año consecutivo en la fase inicial de la Eurocup. Tras la victoria en el estreno de Vilna ante el Lietuvos Rytas lleva cinco derrotas seguidas, cuatro de ellas en casa, y mejor que se pare a pensar en el futuro ACB. En la devolución de aquel encuentro, tocó fondo. La imagen del equipo, elevada de forma magnífica ante el Valencia, quedó por los suelos en una segunda parte que debe hacer recapacitar al club. La dinámica es muy preocupante y la gente empieza a estar harta, por eso el infierno de Miribilla ha mutado a cuatro mil gargantas con demonios pero hacia los locales.

El Bilbao tuvo momentos de lucidez, pero estuvo demasiado errático, en ocasiones en primera línea, o abortó buenas reacciones con desconexiones inexplicables. El 20-11 le debía haber asentado pero no protege sus ventajas y acaba cayendo a la lona. Y luego están los parciales, como el 0-12 que le arrastró hasta el 32-40 a falta de 2:25 para descansar, con un triple de Kramer que iluminó tal cosecha. Además, el 'caso Salgado' lleva camino de convertir Miribilla en un plebiscito diario, algo así como el ruido que provocaba Casillas en sus últimas tardes en el Bernabéu.

En un momento, Duran se tornó radical y cambió a cuatro jugadores: dejó a Todorovic y puso en liza a Fischer, Tomàs, Hervelle y Gladness. Mumbrú y Todorovic son los alfileres que sujetan la frágil moral del equipo y esta vez no fue distinto. Dos pérdidas abocaron a realizar una falta antideportiva, mala señal. Y los registros defensivos del día del Valencia no aparecieron esta vez. El capitán interpretó muy bien el papel de cuatro, generando juego desde la lejanía y dando espacios al cinco. Desde luego, no fue el día de Fischer, cuyo juego contribuyó a la espesura general. Al menos, el colectivo de negro amaneció muy enchufado en el tercer cuarto: 48-44 y un tiempo muerto de Kurtinaitis. Pero las aguas volvieron a su cauce anterior y el Lietuvos siguió llevando el ritmo a su antojo, con mates por doquier y un tres más uno de Giedraitis. La ventaja visitante se estiró hasta el 64-80 cuando se abrió la cortina del último cuarto, ya con los sufridos hinchas desesperados. La última carta, la desesperada, de Redivo, tuvo un efecto gaseosa. Hasta ensanchó la ventaja el cuadro lituano con un +18. Este RETAbet no tiene remedio, Europa parece que le sobra.