El Movistar Estudiantes lleva siete temporadas mirando tan fijamente el abismo que el abismo le ha devuelto la mirada. Siete temporadas sin playoff, con dos descensos no materializados en los despachos, que han configurado la parte más negra de la historia de un club venido a menos. Un pasado cercano del que se ha aprendido (o se supone) a la hora de configurar el segundo proyecto de Salva Maldonado ya si Edwin Jackson, máximo anotador y jugador más valorada el pasado curso. Los ramireños han mantenido siete jugadores de la temporada pasada y han añadido experiencia en ACB con Hakanson, Caner-Madley (segunda etapa) y Cvetkovic. De Landesberg y Dago Peña, debutantes en la Liga, se espera valor diferencial cuando esten en pista.
La vuelta a Europa es la otra gran novedad. Tras seis años sin cruzar la frontera, el Estu jugará la Champions FIBA si supera la fase previa. Serán más partidos (algo que gusta y demandaba Salva Maldonado) que dotarán consigo más oportunidades para una cantera, con la generación del 2000 llamando a la puerta, que mengua con el pasado de los años y que ya no cuenta con la luz de Jaime Fernández, ahora en el MoraBanc Andorra.
Nik está de vuelta. El estadounidense con pasaporte de Azerbayán vuelve al Estudiantes siete años después. Con el ala-pívot en cancha se vivieron las últimas horas de bonanza del club hasta la fecha. Mantiene su gran nivel desde el perímetro y aún sabe cómo luchar en la zona para anotar.
