Esta España interminable está a 40 minutos de su décima final en un Eurobasket, la cuarta en las últimas cinco ediciones (sigue el partido en directo en AS.com). El obstáculo definitivo es Eslovenia, país de reciente creación (1991), que suma su decimotercera participación consecutiva (no ha fallado en ninguna) en el campeonato y que, pese a su innegable talento, todavía no ha pisado el podio. Nunca antes, sin embargo, y pese a estrellas como Lakovic, Smodis o Lorbek, se había encontrado con un prodigio como Luka Doncic. El chico de oro que hace frotarse los ojos y deja “boquiabierto” a Sergio Scariolo ha encandilado con su baloncesto fresco en el torneo. Doncic es una mezcla de talento, sensación y confirmación que, unida a Dragic, ha convertido a Eslovenia en un rival temible. Junto a España es el único equipo del Eurobasket que ha ganado todos sus partidos. Y con una producción media de 89,7 puntos. Su juego fluido, además, le ha permitido pasar de los cien puntos en dos ocasiones.

Resultaba curioso ver a Doncic ayer a la hora de almorzar departiendo con Willy Hernangómez y Sergio Rodríguez en el hall del Polat Renaissance, en el distrito de Barkirkoy muy cerca del Sinan Erdem. Todas las selecciones están concentradas allí. A las 20:30, sin embargo, acabarán las carantoñas para el Golden Boy. Aquí hay algo serio en juego y España lleva esperando este partido mes y medio, dos en algunos casos. Mucho trabajo. Muchos sentimientos en juego. Joan Sastre, Pierre Oriola y Guillem Vives empezaron en Benahavís el 16 de julio un viaje que ha dado con ellos, y con el resto que se subió en Madrid dos semanas después, en esta semifinal en la que es necesario subir el rendimiento un escaloncito más. Marc estuvo demoledor contra Alemania, Pau mantuvo al equipo en los titubeos iniciales, ­Ricky es un jugador consistente y Sergio ha tenido las luces puestas todo el campeonato. Esperamos, incluso, esa delicatessen final de Navarro, que hoy juega su penúltimo partido con la Selección.

Dice Scariolo que España y Eslovenia están igualados en experiencia, pero cuando la Bomba y Pau se proclamaron júniors de oro en Lisboa, Doncic tenía cinco meses de vida. Eso debería pesar. A sus 18 años, se le ve por ahí, de entrevista en entrevista, como un tío sano. Tiene mucho baloncesto por delante. Habrá que hacerle esperar.