Los Houston Rockets nos están haciendo a todos creyentes. A comienzos de la temporada y con Mike D'Antoni en el banquillo, nadie esperaba nada de los texanos. Bueno, se esperaban muchos puntos a favor y muchos en contra. Nadie defendería y todo sería muy divertido, pero el resultado final sería catastrófico. Pero después de 28 partidos, son terceros en la Conferencia Oeste con 21 triunfos, 10 de ellos logrados de forma consecutiva, la mejor racha activa este curso.

Y eso que parecía que esta madrugada en Minnesota todo acabaría. Los Wolves, una trágica sucesión de desdichas, llegaban pletóricos tras el triunfo en Chicago y estuvieron cerca (muy, muy cerca) de repetir sensaciones frente a Houston con 7 puntos, 8 rebotes y 7 asistencias de Ricky Rubio, pero perdieron (109-111) cuando a falta de un minuto y con un partidazo increíble de Karl-Anthony Towns (41 puntos y 15 rebotes) ganaban 93-84. Tres triples de los texanos, que comenzaron 7/29 desde el perímetro y acabaron 17/51, llevaron el partido a una prórroga donde Harden fue dueño y señor. El escolta anotó 10 de sus 28 tantos en ese tiempo extra y ajustició a los Thibodeau que sigue buscando su identidad: suman 8 derrotas en la última decena de partidos.