HERBALIFE GRAN CANARIA-VALENCIA BASKET
El Valencia hurga en la herida del Herbalife Gran Canaria
Los de Pedro Martínez, inabordables para un triste Herbalife en caída libre. Sikma, elemento diferenciador de una hermosa victoria coral.
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Puede que sea la falta de costumbre, pero al Herbalife no le ha podido sentar peor ganar su primer título. Ha jugado tres partidos de liga, a cual más decepcionantes. Sonroja por momentos ese 0-3 de un equipo llamado a plantearse cotas mayores que la Supercopa, título quizás engañoso por lo visto hasta ahora. Tiempo tiene de recomponerse. No le hace falta a un rocoso Valencia, competitivo siempre. Y que hoy dio una lección de baloncesto.
Por ser, es este Valencia Basket un equipo rocoso, duro como una montaña, acaso brutalmente sólido. Con Pedro Martínez en el banquillo se ha convertido en un equipo de lo más académico, aseado, cuya principal virtud es el arte de lo sencillo, tan fácil de pensar y decir como difícil de ejecutar. Así, con dos canastas prácticamente calcadas de Sikma, se puso 0-4 en nada y menos. Tardó más de dos minutos y medio el Granca en anotar su primera canasta, por medio de Hendrix, pero rápidamente San Emeterio y Rafa Martínez lanzaron desde el 6,75 dos directos al mentón de un noqueado Herbalife, que ya estaba diez abajo (2-12). Parecieron despertar los locales por medio de Salin, triple para el 7-14, pero fue un espejismo entre otras cosas por su pésima defensa interior.
Así, con 9-20 en el marcador y Casimiro pidiendo tiempo muerto, un desconcertante Gran Canaria, víctima de la ansiedad que atenaza al campeón que no empieza bien, parecía ir proa al marisco sin remisión. Fue entonces cuando sonó el despertador en forma de triple de Kuric, tan tarde como llegó su equipo al partido, y ese 12-20 espoleó a un equipo que, con la sapiencia de Oliver y la garra de Pasecniks, con dos pósters en forma de tapones, llegó con vida al segundo cuarto (18-22).
Una canasta de Kuric que supuso el 24-24 consiguió que, por primera vez salvo los segundos iniciales, el Herbalife no fuera perdiendo. Parecía imposible en cualquier caso que pudiera ponerse por delante, enredado en un tela de araña que su rival no supo aprovechar. Así, el Valencia se fue dejando comer terreno poco a poco, ahora con Planinic y Rabaseda al mando del tractor amarillo, que comenzaba a arar a gusto. El propio pívot croata, tremendo su duelo con Dubljevic, le dio la primera ventaja a los suyos en todo el partido, 36-35, aunque con la bocina del descanso sonando fue neutralizada por Diot, 36-37. Un punto abajo que le sabía a gloria a los locales de tan mal que había ido la primera parte. Era delicioso ver, además, la calidad de Hendrix en ataque y lo bien que lee el juego Sikma, gloria bendita para cualquier entrenador.
Igualadas las fuerzas antes del descanso, el intercambio de golpes tras el descanso iba a más. Si un más que decepcionante McCalebb le daba al Granca la máxima renta a favor hasta el momento, 40-37, San Emeterio, Diot y el martillo pilón que es Sikma propiciaron una mini escapada para el Valencia, 44-51. No se rendía entonces la formación amarilla, y dos tremendos mates de Hendrix, grito al cielo de tanta fuerza que descargó en el primero de ellos, le mantenía en la pelea, 51-55. Si Oriola golpeaba desde fuera, 51-58, un aguerrido Pasecniks hacía lo mismo con un 2+1, 54-58, en un tercer cuarto que no resolvió dudas (57-61 al final del mismo).
Tela de araña
Cayó el Granca en la tela de araña tan bien tejida por Pedro Martínez, especialmente en el último parcial. Su equipo es contestarlo hasta el extremo, teniendo respuestas para todo. ¿Qué Pasecniks parecía imparable como 4? Pues ahí estaba Sikma para barrerlo casi todo en aro propio y ajeno. Un triple de Sastre en contrataque ponía de nuevo el +10 para los suyos, 63-73, y ahí se acabó el partido. La victoria se facturaba para Valencia sin remisión ante un afición amarillo que despidió a los suyos con una ligera música de viento también dirigida a unos árbitros cuya influencia en el resultado fue menor que cero.
El correcalles de después casi sobró para un Herbalife que bajó los brazos de manera inexplicable, obviando esa virtud tan suya de rendición imposible, como demostró en la Supercopa. Todavía arrastra la resaca. Ese más que decepcionante 0-3 de inicio convierte en una heroicidad el primer objetivo mínimo de la temporada, que es estar en una Copa del Rey que parecen disputarse ahora Málaga o Vitoria. No estar, fracaso sin paliativos. Mientras, el Valencia se recompone tras la tunda que le dio el Madrid. Ahora, a mirar a Europa.