El Real Madrid mete miedo con un tercer cuarto sideral
Los blancos desarbolan al Valencia con Doncic a los mandos y Llull, Rudy, Randolph y Ayón impecables. Parcial de 18-34 demoledor. Llull, máximo asistente histórico del club.
Si el debut liguero del Madrid frente al Unicaja fue duro, aunque lustroso, ante el Valencia en la Fonteta se esperaban mayores dificultades. Llegaba un clásico de nuevo cuño que se había enconado en las últimas temporadas con buen baloncesto y polémicas de todo pelaje. Los de Pedro Martínez, sin embargo, agotaron sus opciones antes del descanso. La realidad iba a ser despiadada con ellos (“Fueron mejores”, diría luego el técnico) y lisonjera con el Madrid.
Los blancos firmaron un parcial de 18-34 con Doncic a los mandos y Llull, Rudy, Randolph y Ayón impecables. En el tercer cuarto apilaron seis canastas (de siete intentos) y seis triples (de nueve). Y ni siquiera fueron los números lo más decisivo, sino la impresión que envolvió su juego. Fácil, fluido, inteligente, con fuerza y plagado de clase. Partido roto: 54-76. A este nivel, el Madrid asusta.
Sensaciones y más cifras, las de Doncic, por ejemplo. Pisó la pista por primera vez en la segunda parte y fue como una avalancha. En 9:57 encadenó cinco puntos sin fallo, cinco rebotes, dos asistencias y 14 de valoración. Rudy, en el mismo tiempo, añadió 12 tantos mientras Llull daba caché a la orquesta. Atrás quedaba su empujón de salida y aún le faltaba la guinda (18 puntos y 27 de valoración). El Increíble, ya lo saben. El que recuperó el caudal ofensivo con cinco puntos tras cuatro minutos de sequía blanca y un 9-0 del Valencia (63-76). El que cantó la sentencia y terminó con 8 asistencias para un total de 1.160 como madridista. Nuevo récord del club desde que existen registros. Por detrás andan ya Sergio Rodríguez (1.155) y José Luis Llorente (775).
Lo bordó también Anthony Randolph, jugador total. Rescaten ese contraataque en el que botó como un escolta, corrió como un alero y dio un pase picado para Ayón como si fuera el Chacho. Parece bien integrado. Corría el peligro de que la abundancia de talento le confundiera en el escalafón a ocupar. Metió algunas, sí, pero ante todo se movió, ayudó y conectó con el equipo y con Ayón.
Los minutos más flojos de los de Laso llegaron en el segundo cuarto con Draper, Carroll, Taylor, Reyes y Hunter en el parqué (Othello impondría después su fuerza y oficio). Sin Llull y sin Doncic, la catarata creativa menguó. Carroll, además, escogió el calentón equivocado (personal sobre San Emeterio y antideportiva posterior) y Taylor mostró su versión desenfocada. Nocioni acudiría al quite con siete puntos en 2:44. Aportación exprés.
En el Valencia hubo bastante de Vives, un poquito de Sikma, algo de Will Thomas y el arreón de orgullo de Sato. Bryant y Van Rossom andan muy lejos de lo que serán. Entre unos y otros dejaron fría a una afición taronja que esperaba ardor guerrero y encontró rendición por KO, que no por actitud. Las crecidas del Madrid a veces son irreprimibles. Lo sabemos.