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BAYERN 88 - BILBAO 90

Bilbao gana al Bayern, iguala el 'average' y sigue invicto fuera

Mágico triunfo en Múnich ante el favorito del grupo. El Dominion ve más claro el pase y aspira al liderato. Mumbrú decidió en el poste cuando peligraba al final otro partido.

Actualizado a
Mumbrú, ante Zipser
Mumbrú, ante ZipserBayern MúnichDIARIO AS

El Dominion Bilbao está hecho de otra pasta. Lo suyo es de récord, no al nivel del Valencia, pero sí para poner un marco. Ha ganado todos los partidos a domicilio este año en Europa. De todos los calibres. Como aquel en Nanterre tras los atentados de París o el de ayer en Múnich ante un Bayern que caía de Euroliga, es el superfavorito del grupo y un enemigo encendió la sed de venganza bilbaína hace una semana con un triunfo cimentado en una falta que no existió. Cuarta victoria en Alemania para los hombres de negro, otra barbaridad. El país de la Merkel aporta mejores noticias que el mismísimo Miribilla. Y todo en la mano: desde el liderato hasta la clasificación de fase, aunque hará falta ganar en Turquía, al Banvit. Arrancó el partido en el Audi Dome sabiendo que los de Bandirma habían ganado al Ulm pero ni esa presión agarrotó a la gente. Sus rivales directos tienen un triunfo más: Banvit y Bayern se enfrentan la próxima jornada y el Dominion debe ganar al Ulm en casa (miedo) para empatar con uno de ellos. Luego en Turquía, en el cierre de esta fase, habrá miga y lo normal es que el equipo de Múnich avasalle en el derbi ante el Ratiopharm. Ayer se igualó el average (-2) con los pupilos de Pesic y el general sonríe sólo por 7 a estos. Interesa, por tanto, victoria voluminosa del Banvit el próximo miércoles ante ellos.

No era el enemigo tan fiero como lo pintaban. Y eso que plasmó un 62% en tiros de dos y 52% en triples. Someter a alguien con tales porcentajes no está al alcance de muchos. Fue el de ayer un partido vibrante, con minutos en el mejor tercer cuarto de lo mejor de esta temporada, un fragmento de enorme fuste, con un grupo rocoso y un Bogris que cada vez asombra más. Parece mentira que se convirtiera en el jefe de las zonas ante Bryant y demás músculo enfrente. Es verdad que se pasó en el tramo decisivo de 73-83 a 84-84 y se encendieron las habituales alarmas: ¿volvería a dilapidar una jugosa renta el equipo? Pues no, porque estaba fuera de las fronteras (7/7 lleva) y además en Alemania, y eso es un motor infalible. Los bilbaínos devolvieron al equipo de Pesic el mazazo. Bertans tomó las riendas, pero sobre todo en ese empate a 84, con 39 segundos por jugar, decantó la balanza Mumbrú con esa jugada al poste que le ha hecho famoso y pasará a la posteridad.

Estaba en la grada el exjugador del Athletic Javi Martínez. De inicio un 1-10 que cogió desprevenidos a los bávaros: tiempo muerto, a agitar el banquillo y un 8-0 local para el 11-12. Carrusel de pasión. Tres minutos sin anotar se pasó el cuadro vizcaíno. Los alemanes tiraron más de sus segundos espadas, como Renfroe y el prometedor Zipser. Todorovic salió de titular para emparejarse con Savanovic, en un equipo que fue muy refrescado, y estuvo soberbio. Parece aprovechable este chaval que, desde luego, quiere sintetizar en una jugada cuatro ataques a la vez y mil cosas que le hierven en la cabeza, pero sus buenos e importantes minutos son una reivindicación. En ataque se buscaron respuestas desde el exterior, aunque el ritmo con Hannah era algo errático. No tuvo su mejor noche el base norteamericano, lo cual concede más valor a la victoria.

Suárez entendió los mensajes que le llegaban desde la banda y una técnica doble a Mumbrú y Sito Alonso no descentró al equipo. El último acto mascaba cierta tragedia, pero esta vez el equipo se mantuvo en pie. El rebote ofensivo y el buen uso de las faltas aportaron luces. Djedovic lideró el orgullo competitivo que se le presupone al Bayern con un tete a tete con Mumbrú incluyendo un triplazo en la cara de éste, pero ni los fantasmas de los finales abiertos tras rentas amplias dilapidadas asustaron en esa ocasión a un Bilbao que se pide otro baile. Ahora depende de sí mismo. pero tiene un par de huesos que roer. Le ilusionan los cruces. Y si jamás pierden fuera... qué tiemble Europa.