No hay forma. Los Grizzlies, a años luz de lo que deberían ser y de lo que ha definido sus virtudes en su ultra competitivo último lustro, cayeron en Charlotte (98-92) y encadenaron su segunda derrota seguida en el Este después de una victoria… en Philadelphia. Y realmente no hay forma: el equipo no termina de coser su rotación ni de enderezar sus sensaciones. O más bien ni empieza, y está 16-16 en un inesperado 50% de victorias que les deja en el inframundo con respecto a donde deberían estar (peor que 16 equipos de la Liga) y con respecto a donde estaban la temporada pasada, en la que marchaban 24-8 en los mismo 32 partidos y en la que no sumaban 16 derrotas hasta el 27 de febrero… y en 41-16.

La sensación al final del verano era que los Grizzlies no habían hecho lo suficiente para enmendar sus endémicos problemas con la anotación exterior y, en cambio, iniciaban el último tramo de un proyecto muy ligado al declive físico de Zach Randolph y Tony Allen. Y con Marc Gasol y su nuevo contrato como piedra referencial, con Mike Conley lanzado hacia la agencia libre. Debería seguir en Memphis pero ahora mismo nada parece seguro para un proyecto que apunta a caducado y del que quizá no se esperaba que fuera un aspirante de primerísimo orden pero sí otra vez un bloque compacto, muy difícil de ganar en Regular Season y al que nadie le iba a apetecer tener enfrente en los playoffs. Por ahora son todo lo contrario: un desastre.

Dave Joerger, al que no le llega la camisa al cuello, tiene al equipo en 3-5 en los 8 partidos jugados desde que empezó a virar al small ball y sacó del quinteto a Allen y Randolph, un golpe filosofal al grit and grind que hizo temibles a estos osos. Y lo peor es que ni el propio técnico tiene claro qué hacer ni cómo hacerlo. En el último cuarto volvió a su estilo clásico, confío en Tony Allen, borró a Barnes… pruebas y más pruebas casi en Fin de Año. Búsquedas: los Grizzlies fueron salvando puntos de break (de 27-19 a 30-28, de 40-30 a 53-53 y de 69-57 a 74-74 al cierre del tercer cuarto) y ganaban (78-83) ya en el último cuarto, antes de que Jeremy Lin y Kemba Walker (11 puntos seguidos en el momento clave) jugaran mucho mejor los minutos calientes que Conley, Randolph y Marc Gasol, un big three ahora mismo muy poco big three.

Marc, castigado por los votantes para el All Star por una temporada pésima en lo colectivo y discreta en lo personal, sigue hablando de la necesidad de coger “ritmo y consistencia” mientras que Joerger se refiere a un ataque que “aniquila a la defensa”. Desde luego, los Grizzlies son inconstantes en el tiro (11/21 desde la línea de personal…) y muy poco cuidadosos con la bola: de sus 14 pérdidas sacaron los Hornets 24 puntos. Conley (19 puntos, 7 asistencias) anotó pero falló tiros decisivos al final, Randolph se exprimió (18 puntos, 12 rebotes) y Marc Gasol acumuló su producción (14 de sus 18 puntos, también capturó 5 rebotes) en un segundo cuarto en el que permitió a su equipo coger aire. Después, muy poco. Y en la temporada, también. Esa es la realidad, bien a secas, para un jugador del que se esperaba bastante más. También por números, más o menos los de siempre pero con menos incidencia en el juego (los intangibles…): 16,2 puntos, 7,7 rebotes y 3,8 asistencias por partido.

Los Hornets ya han recuperado a Al Jefferson y se mueven (16-13) en ese Este en el que un par de victorias te ponen tercero y un par de derrotas, décimo. Esta victoria les saca de un bache de tres derrotas a lomos de Kemba Walker (22 puntos, 6 rebotes, 8 asistencias) y Batum (20 puntos, 11 rebotes y 8 asistencias). Kaminsky, Lin, Zeller, Hairston… Michael Jordan ha formado en Carolina un bloque que compite y que está a un par de movimientos de ser algo más que un outsider del Este.