Con corazón, agresividad y buen baloncesto ganó el Morabanc Andorra a un Unicaja de nuevo poco reconocible. Volvió a ser el Unicaja de la ACB. Poco agresivo en defensa y espeso en ataque. Un equipo falto de alma. Toda la que le sobró a su rival, que se agarró con uñas y dientes al parqué para lograr un triunfo de prestigio en el partido 400 en ACB de su estandarte, Víctor Sada.

Unicaja regresó de Bamberg rumbo a Andorra haciendo parada en Nurenberg, Frankfurt y Barcelona para salir a la pista 39 horas después de acabar su partido de Euroliga en Alemania. Con las dudas propias que genera una derrota tan dolorosa como la del viernes (73-53) y tras un viaje eterno, el equipo de Plaza se plantó en la pista. Y tuvo una puesta en escena medianamente aceptable. Mostrándose solvente desde el perímetro y con Hendrix marcando territorio en la pintura, el equipo verde llevó la iniciativa. Pero los de Peñarroya nunca bajaron la intensidad y el nivel de agresividad y se aprovecharon de la desconexión de los malagueños en los minutos finales del segundo cuarto.

Unicaja alcanzó poco antes del descanso su máxima ventaja (24-35). Y justo ahí se evadió del partido. Andorra apretó el marcador antes del intermedio (33-38) y sacó los colores a la defensa del Unicaja en el tercer acto, que llegó a dominar 51-47 en el minuto 27. Unicaja respondió con un parcial 0-7. Un espejismo.

Porque hasta el final se jugó como quisieron los locales. Con Shermadini mandando en la pintura, Clark sumando puntos dentro y fuera y Navarro, Schreiner y Stojanovski haciendo daño desde el perímetro. Unicaja volvió a no encontrarse una jornada más y ya acumula más derrotas que victorias en la ACB. Los dos triples desesperados lanzados por Jamar Smith en el último minuto resumen otra pesadilla de partido para el Unicaja. Semana horrible para el equipo de Plaza.