LAKERS 111-TIMBERWOLVES 112
Un Ricky Rubio genial (28+14) amarga el récord de Kobe
El español firma su mejor anotación NBA y es responsable directo de 58 de los puntos de su equipo, que remontó 16 puntos en L.A. Bryant y Garnett, récords de longevidad.
Ricky Rubio, y no es poca cosa, se coló en una noche de récords históricos. Con la mejor anotación de toda su carrera (28 puntos) y con 14 asistencias por sólo una pérdida de balón. Un ratio alucinante para, en lo personal, un partido de ensueño en un marco de ensueño: el Staples de Los Angeles en la noche en la que Kobe Bryant se convertía oficialmente en el jugador que más temporadas ha vestido la misma camiseta (20 ya en los Lakers: Stockton jugó en los Jazz entre la 84-85 y la 2002-03) y Kevin Garnett sumaba (4 puntos, 7 rebotes) 21 totales en la NBA (Timberwolves, Celtics, Nets… Timberwolves).
Pura historia: Garnett ha igualado las 21 temporadas de Robert Parish y Kevin Willis, por detrás Abdul-Jabbar y Kobe (20). Cuando en 1995 él debutó en la NBA su primer emparejamiento en este partido, Julius Randle, tenía un año. El volumen de los números de leyendas como Kobe y Garnett aporta profundidad a un partido (111-112 para los Wolves) mucho más liviano pero divertido, por aciertos y errores, y en el que al final sobresalió Ricky Rubio.
Ricky: un partido para el recuerdo
Ricky, un aviso de lo que iba a venir, abrió el marcador con un triple desde la esquina y navegó en una serie total de tiro de 10/17 (2/4 en triples, 6/7 en tiros libres). En esos porcentajes, tiene todo lo demás para ser uno de los mejores bases de la NBA. Como mínimo, para silenciar los rumores de traspaso y hacer el mejor homenaje posible a su técnico fallecido, Flip Saunders. Su 28+14 (asistió a 7 compañeros diferentes para 30 puntos) le hicieron responsable directo de 58 de los puntos de los Timberwolves. Otro récord personal para él en un partido en el que fue el mejor de inicio y en la remontada final de su equipo, que llegó a perder por 16 puntos (50-34) en el ecuador de un segundo cuarto en el que los Lakers galoparon a lomos de Lou Williams, Nick Young y Jordan Clarkson.
Buenos minutos afeados en un último cuarto espantoso en el que Byron Scott dijo que habían “dejado de jugar al baloncesto”. Con esa forma que tiene él de decirlo como si pasara por allí y no tuviera nada que ver, como si estuviera haciendo algo más que cruzarse de brazos en el banquillo, un espectador más del ocaso de la era Kobe. Del 93-83 a un minuto del final del tercer cuarto se pasó a un 102-111 a dos minutos del final y tras triple de Bjelica (buen debut: 8 puntos, 5 rebotes) asistido por Ricky. En pleno regreso a la pasada temporada (pésimos ataques, malas decisiones, fallos de Kobe), los Lakers sacaron al menos arrestos en una carga final que condujo a un triple de Lou Williams (111-112) y un último ataque en el que el escolta, no Kobe esta vez, falló el tiro que hubiera dado la victoria a los Lakers... y su primer balance ganador (un 1-0 anecdótico) desde diciembre de 2013. Ni eso. Así están las cosas.
Towns mejor que Russell y Wiggins
Los Wolves reaccionaron a tiempo tras más de medio partido fallando tiros sin parar. Karl-Anthony Towns, último número 1 del draft, terminó con 14 puntos y 12 rebotes, mejor que el número 2, un D’Angelo Russell cuyo estreno con los Lakers tuvo sabor a oportunidad perdida (4 puntos, 2 asistencias, 3 pérdidas y 2/7 en tiros). Y mejor que el número 1 de 2014, Andrew Wiggins: 9 puntos, 1 rebote, 2/10 en tiros. Mejor estuvo un Randle que falló mucho pero cuya energía es contagiosa: 15 puntos, 11 rebotes y una sensación de fuerza que resulta refrescante en estos Lakers que llevan tanto tiempo deprimidos y en los que Marcelinho Huertas se estrenó con 2 puntos y 2 asistencias en 13 minutos. Lou Williams acabó con 21 puntos, Nick Young con 14, Hibbert con 12 (10/10 en tiros libres), 10 rebotes y 4 asistencias… y Kobe Bryant con 24 puntos en 24 tiros (su número de dorsal, casi humor negro).
Scott explicó después del partido que la limitación de minutos de Kobe (un asunto que había ocultado de forma casi cómica en los últimos días) rondaría los 30 (jugó casi 29). El escolta estropeó al final (8/24 en tiros) un partido en el que había tenido buenos momentos, especialmente en el segundo cuarto y cuando mejor fluyó su equipo, antes de una remontada encajada por sus propias carencias y por una sucesión de tiros libres (Muhammad, Kevin Martin…) que devolvieron a los Wolves al partido casi de rondón.
Con un 3/13 en triples y una sola asistencia (en la última canasta de Williams), el partido de Kobe acabó pronunciando ese regusto amargo con el que viven los Lakers desde hace demasiado tiempo: sí, 24 puntos son muchos para un jugador que lleva 20 años en la NBA. Y sí, es fantástico ver cómo se convirtió en el cuarto jugador con más minutos de la historia (sumados Regular Season y playoffs, adelantó a Wilt Chamberlain). Pero el progreso colectivo, que asomó en el tramo central del partido, desapareció en el último cuarto. Culpa de Kobe y de otros, Byron Scott muy a la cabeza. Al final, otra derrota frustrante. Esta vez a manos de un equipo con un futuro descomunal y ejecutada por un jugador que quizá necesitaba un partido como este: un Ricky Rubio vestido de líder absoluto. Que siga así.