FINAL FOUR 2015
El Fenerbahçe llama a la puerta con los nudillos de Obradovic
El técnico serbio ha tardado curso y medio en ensamblar un equipo ganador. Ya lo tiene. Los turcos debutan en la Final Four, pero Zeljko lleva ocho títulos en 13 presencias.Fenerbahce-Barcelona en directo online
Si es cierto aquello de que el camino se hace al andar, no habrá en el baloncesto europeo carretera más ancha y mejor pavimentada que la trazada por Zelimir Obradovic. Trayectoria impecable y noviazgo perpetuo con la Final Four y la Euroliga. Desde que llevara al título en 1992 al imberbe, pero sediento de gloria, Partizán de Belgrado, el de Cacak cuenta —incluyan la cita de Madrid— 14 participaciones en la Final Four con seis equipos diferentes. Títulos suma ocho en sus 13 presencias anteriores. A la caza de la Novena, como su Madrid, al que le dio la Octava en 1995. Él pone la experiencia, la pone toda, en un nuevo rico del pallacanestro continental, con sólo dos jugadores (Vesely y Zisis) que ya han vivido una final a cuatro. La primera en la historia del club.
Juventud, ambición y mucho talento con el segundo presupuesto más elevado de la competición (alrededor de 33 millones de euros), sólo batido por el CSKA de los 42 millones. Pero no es lo mismo tener dinero que tener equipo, lo sabe bien Obradovic, al que le ha costado temporada y media ensamblar las piezas. No suele dar un paso en falso, busca recursos económicos para rodearse de grandes jugadores (antes Sabonis, Bodiroga, Diamantidis, Spanoulis…) y hambre de victoria, sin embargo parecía que esta vez no lo iba a conseguir, sólo lo parecía porque al final ha sido sí. Sí. Otra vez en la Final Four —qué hay de nuevo, viejo— tras derrotar a todos los grande candidatos durante este curso (CSKA, Olympiacos, Barcelona…). A todos menos al Madrid, con el que se cruzará por primera vez este viernes 15 de mayo, día de San Isidro para más señas.
La baja del combo-guard Ricky Hickman le ha hecho daño, pero el fichaje del veterano base Nikos Zisis aporta la serenidad al juego que requería un equipo que suda talento, con Andrew Goudelock, la Mini Mamba (por un cierto parecido a Kobe Bryant, con el que coincidió en los Lakers, y que nadie se ofenda), como jugador más espectacular, y más de rachas. Un triplista imparable en día inspirado, por velocidad de ejecución y capacidad de crearse sus lanzamientos. Ni siquiera necesita de bloqueos en finales de posesión, cuando lleva tatuado en la frente que se la va a tirar él. El póster es suyo, pero la artillería pesada la ponen el serbio Nemanja Bjelica (con opciones de ser MVP del año) y el checo Jan Vesely, que ha pasado de alero alto no tirador en el Partizán a cinco avasallador tras su estancia pelín frustrante en la NBA.
Son ellos el faro capital y son ellos quizá los dos jugadores que más alergia pueden provocar en el juego florido y hermoso del Madrid. Bjelica es movilidad, amenaza en el tiro, bloqueo y continuación o bloqueo y pop para el triple, aunque casi siempre inicia los ataques emboscado en la esquina para agrandar el campo. Pase y corte, velocidad, salto, habilidad, bote… Una especie de Mirotic con pasado baskonista, incluso con más rebote. Mucho. Peligro constante, durísima tarea para Reyes y Nocioni. Mientras que Vesely carece de ese talento de fino estilista, aunque tiene el cuerpo, el tamaño y la fuerza, si me lo permiten, la brutalidad para acechar el aro en cacería continúa del rebote ofensivo. Continuación y mate en carrera, salto y zancada de atleta, pero con 210 centímetros y ahora con músculos de leñador. Él cambió el rumbo del primer asalto en el playoff de cuartos, batalla casi siempre decisiva. Él más que nadie abatió al Maccabi, que luego no pudo rehacerse. Si el Madrid sufre bajo su aro, lo lleva haciendo la campaña entera y lo vimos frente a Krstic y Saric, que se ate los machos ante el dúo Bjelica-Vesely. En el banco, preparados para el quite, Savas, Zoric, Erden…
Y en el perímetro, madera para hacer una pira: el Bogdanovic serbio, Bogdan, y el bosnio-esloveno-turco Emir Preldzic. Un generador de juego nato con 2,06 que mide el angelito. Visión, tiro, bote, pero inconstante donde los haya. Acapara la bola y a veces no sabes si va o viene. Eso sí, como le dé por venir te amarga el día. Un equipo que puede correr si lo precisa, aunque fiel a Obradovic cuida el balón y juega con los espacios y el pase, con las situaciones de ventaja. Romper con clase y encontrar al hombre libre, un trilero de los desajustes. Quizá cojea en el puesto de base, donde el joven Kenan Sipahi tiene que echar una mano a Zisis (también Bogdanovic y Preldzic) y donde el club fichará seguro este verano. Sin embargo, el equipo ha aprendido en el Top-16 a crear juego desde todas las posiciones. Y defiende, y tiene talla. Un equipo, como diría un tal Pep, “muy, muy completo”. Llegar a la Final Four de nuevas y ganarla no suele darse, pero Obradovic ya lo hizo hace 23 años y ahora de nuevo no tiene ni el flequillo. Gane o pierda, un rival para la épica. Seguro.