HAWKS 99-NETS 92 (1-0)
Los Hawks, con la luz apagada
Tras un buen primer cuarto, Atlanta fue descaramente a menos y terminó ganando con ciertos apuros a unos Nets que al menos supieron sobrevivir hasta casi el final.
Esta es una eliminatoria cuya resolución parece especialmente cantada. Absolutamente desigual: de las 60 victorias en Regular Season de los Hawks a las 38 de los Nets, que habrían tenido diez equipos por encima si hubieran jugado en el Oeste. Así que el triunfo parecía innegociable y se quedó en Atlanta, aunque en un partido jugado casi en zapatillas de andar por casa, con muy poco de la mística de playoffs y casi nada de la excitación que debería acompañar al arranque del equipo mejor clasificado del Este. Y durante tres cuartas partes de la temporada, también el mejor.
El problema para los Hawks es que su mejor momento queda lejos en el recuerdo, aquel 36-4 entre diciembre y febrero (con 18 triunfos seguidos) que les mandó del 7-6 al 43-10, con su quinteto al completo elegido Mejor Jugador del Mes de enero en el Este y cuatro de sus integrantes, directos al All Star. Después llegaron lesiones y un final discreto en el que básicamente Mike Budenholzer conservó piernas y fuerzas con la pole position de la Conferencia en el zurrón. En ese tiempo los Cavs cogieron velocidad de crucero y los Warriors remataron una de las mejores Regular Season de la historia...
Y los Hawks de repente ya no eran ni la gran moda ni la gran noticia de la temporada. Pero seguían siendo un gran equipo que llega a los playoffs tan favorito como cualquiera (los Cavs…) en el Este. Sólo tiene que recuperar su mejor versión. Y en el primer partido ante los Nets no lo hizo. Es pronto para saber si fue un síntoma o cosa del arranque, tantas veces lento y más ante un rival que motiva poco (4-0 en el cara a cara de la temporada, ahora 5-0) y que juega con ese aura mortecina que a veces le ayuda de alguna extraña manera a sobrevivir, como quien se hace el muerto en el mar mientras los tiburones nadan a su alrededor. Esos extraños Nets que parecieron durante meses un bloque sin espíritu pero que terminaron la temporada con un buen nivel de ataque, un Brook Lopez gigantesco, 13 victorias en 19 partidos y un billete para playoffs. Cosas del Este…
El caso es que los Hawks sí comenzaron muy bien. En el primer cuarto dejaron a los Nets en un 38% en tiros sin ninguna asistencia, ningún robo y ningún tapón. Y sin embargo, los Nets sólo perdían por 12 (32-20) con Brook Lopez escapando del tono fantasmal de casi todos sus compañeros, al frente el invariable Joe Johnson, que volvió a casa con una ración de abucheos que no le hizo cambiar el rictus ni un milímetro. La cuestión es si lo que siguió a ese primer cuarto fue un ejercicio de pereza y altibajos de concentración por lo que parecía una tarea sencilla para los halcones o si en realidad el equipo de Budenholzer no ha llegado fino al momento definitivo de la mejor temporada de su historia. Desde luego no parece tener demasiada chispa Teague ni sensaciones un Millsap que se quedó en 6 puntos, con 2/11 en tiros, y cuyo lenguaje gestual gritaba a los cuatro vientos que todavía le duele el hombro. Mala cosa. Horford se dislocó un dedo y los más estables fueron Carroll y un Korver que (21 puntos, 7 rebotes, 5/11 en triples) no estuvo tan lejos como algunos de sus compañeros de su mejor versión.
Atlanta repartió 8 asistencias en el primer cuarto y sólo 11 en los tres restantes. Se quedó en 19, fruto de despistes calamitosos pero también de un buen trabajo en el planteamiento defensivo de Hollins. En Regular Season sólo estuvieron catorce veces por debajo de 20, con ocho derrotas. Así que algo hicieron bien los Nets, que al fin y al cabo son un equipo con recursos y talento a pesar de que se empeñan con frecuencia en olvidarlo y hacérnoslo olvidar. Del 41-25 se pasó al 43-34 y a un 57-54 en el arranque del tercer cuarto al que siguió un parcial de 15-2 que parecía definitivo (72-56, minuto 33). Los Hawks manejaron catorce puntos de ventaja con ocho minutos por jugar… y acabaron defendiendo la penúltima posesión con un estrecho 97-92. Deron Williams forzó demasiado y el partido murió ahí. Aunque el truco de los Nets para casi revivirlo fue que pareciera que había muerto mucho antes. Brook Lopez estuvo en todas partes, Thaddeus Young superó físicamente al mermado Millsap y Johnson y Williams acabaron aportando con chispazos añadidos de Jack. Eso son los Nets, un equipo que jamás pondría en apuros a una versión simplemente buena y estable de los Hawks, que sí contaron con un buen papel desde el banquillo (donde cualquier ayuda será crucial) de Antic y el rebelde Schroder.
Los Hawks ganaron sin brillo, sin sonrisas de postal y tras demasiados minutos con las luces apagadas (cinco pérdidas en un último cuarto de tramos horrendos). Pero ganaron, mantienen la calma y el factor cancha y nos emplazan para que salgamos de dudas en próximos partidos. A ver.