Crisis en el equipo turco
Los impagos deshacen el proyecto del Galatasaray
Carlos Arroyo, última estrella, decidió irse esta semana y abrió la caja de los truenos. “Dicen que me falta actitud y disciplina". El club da prioridad al fútbol.
El Galatasaray lleva toda la temporada con problemas económicos que le han impedido pagar a tiempo a sus jugadores. Lo intenta solventar, pero el proyecto deportivo se ha deshecho. Dificultades que arrastra en otras secciones (voleibol) y también en el fútbol, aunque este es el único deporte plenamente profesional, con presupuesto delimitado y controlado por una empresa que es parte del club: Galatasaray Sportif AS. Además, la entidad es sensible al fair-play financiero de la UEFA y da prioridad a los salarios de los futbolistas.
Aradori, Jawai y Aldemir ya se marcharon, pero continuaba la gran figura, Carlos Arroyo, con un contrato de dos millones de dólares. Hasta esta semana, cuando el base puertorriqueño decidió irse y abrió la caja de los truenos. “Dicen que me falta actitud y disciplina. Todo es mentira —afirma Arroyo—. He jugado sin cobrar mi sueldo. Me decían que confiara en su palabra, pero no han cumplido su promesa”. Murat Ozyer, director general, lo explica de otra manera: “Organizamos una reunión para mejorarle el contrato como nos pidió y al final no quiso acudir. Hubo tensión y luego anunció que dejaba el equipo. Quizá tenía otros planes”.
Promesas. Ozyer ha prometido que esta semana se van a realizar abonos a la plantilla y que los retrasos son achacables al anterior presidente, Ünal Aysal, que dimitió en septiembre. Su sustituto, Duygun Yarsuvat, ha normalizado la situación en los últimos cuatro meses, pero el retraso es de al menos dos mensualidades por los incumplimientos previos. Erceg, Micov, Pocius y Ataman han aceptado la propuesta de pago y seguirán. La Euroliga no duda de que el Galatasaray terminará el Top-16 con un equipo competitivo. No es de los clubes con licencia A: se ganó la plaza en su Liga.