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HAWKS 96 - GRIZZLIES 86

Marc y Memphis claudican ante una máquina llamada Atlanta

Los Hawks, líderes del Este y segundo mejor equipo de la NBA, son una auténtica pesadilla para el Oeste: nueve victorias consecutivas ante rivales de dicha Conferencia. Gasol, 16-7.

Marc Gasol se cuelga del aro ante la mirada de Paul Millsap y Pero Antic.
Marc Gasol se cuelga del aro ante la mirada de Paul Millsap y Pero Antic.ERIK S. LESSEREFE

Los Hawks se han ganado con todo merecimiento ser el mejor equipo del Este y empatar con los Blazers como el segundo mejor equipo de la Liga (ambos lucen un récord de 27-8). Tras doblegar a los Grizzlies (96-86) esta última madrugada suman ya 20 victorias en los 22 últimos partidos. Una auténtica barbaridad que ha convertido a Atlanta en la auténtica pesadilla del competitivo Oeste: son ya nueve las victorias consecutivas que acumulan ante equipos de la otra Conferencia. "Esto demuestra que somos un gran equipo", destaca Al Horford. Pese a que el pívot dominicano sufrió en la pintura (como su compañero Paul Millsap) ante un buen Marc Gasol, quien acabó con 16 puntos, siete rebotes, tres asistencias, dos robos y dos tapones, su equipo acabó sentenciando a base de triples. Pese a la derrota, los de Tennessee se mantienen en la tercera posición del Oeste, aunque a cuatro partidos ya de los Warriors.

Y es que, tras ir a remolque durante toda la noche, Memphis consiguió empatar el duelo a 82 tras una bandeja de Conley (el mejor de los osos junto al mediano de los Gasol) a falta de 3:39 para la conlusión. Sin embargo, desde ese instante, cada uno de los ataques de los de Joerger fue chocando uno tras otro contra el muro que es este EQUIPO llamado Atlanta Hawks. Echado el candado en su propio aro, los de Georgia sentenciaron el encuentro con un triple de un impresionante Jeff Teague (25 puntos y seis asistencias) y otro de Kyle Korver. La canasta del guapo de la NBA ponía el 92-84 en el marcador de un Phillips Arena que lo celebró como si de un partido de playoffs se tratara. Mucho mérito el de Budenholzer y sus chicos, han devuelto a Atlanta la ilusión por el baloncesto.