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CAJASOL 57 - BARCELONA 62

Abrines se disfrazó de Navarro

El Cajasol se dejó sus mínimas opciones de estar en la Ciopa en un partido muy feo en el que el Barcelona hizo lo justo en el último cuarto. Los triples de Abrines, decisivos.

Abrines se disfrazó de Navarro
Jose Manuel VidalEFE

El Barcelona podía perder la condición de cabeza de serie en Copa pero era casi, casi imposible. El Cajasol podía meterse entre los ochos mejores y estar en Málaga pero era, también, casi casi imposible. Así que al partido le llegaba algo de refilón el drama copero que siempre acompaña a la jornada 17 y seguramente eso también puso su grano de arena en que fuera un tostón que afeó estas fechas en las que el maestro Aíto cumple cuarenta años en los banquillos. Del 13 de enero de 1973 en Tenerife y con el Círculo Católico de Badalona hasta, por ahora, este 26 de enero en Sevilla. El Cajasol sabía que tenía la Copa en chino y el Barcelona jugó con un ojo en el Top-16: venía de un combate de atrición ante Unicaja y le espera el infierno en cancha de Panathinaikos, donde en los últimos años ha acumulado tantas batallas, y guerras, ganadas y perdidas.

La exigencia del calendario dejó a Navarro en casa y puso en el parquet de San Pablo al peor Barcelona de las últimas semanas, emparentado con sus horribles partidos fuera del Palau en Bilbao o Santiago. O incluso peor, al menos hasta el último cuarto. Después de un primer tiempo del que nadie salió presumiendo (34-34), el segundo fue un esperpento en el que pesó un par de pellizcos de calidad del Barcelona en el último cuarto. Los pusieron, junto al trabajo de albiñilería de Dorsey, las asistencias de Huertas (4, 8 en total), la producción de Tomic (4 puntos y 3 rebotes para 12+8) y sobre todo los triples de Abrines, 5/6 y 3/3 en ese trance decisivo en el que hizo lo que habitualmente hace Navarro y no estaban haciendo ni Oleson ni Papanikolau (entre ambos, 0/6 en triples y sólo 4 de valoración).

Sigo con ese segundo tiempo: el Barcelona anotó 9 puntos en un esperpéntico tercer cuarto en el que hizo 3 de valoración (21-3) y sumó más pérdidas (5) que canastas en juego (3). Pero como Cajasol tampoco estaba por la labor, salió vivo: 48-43 después de 8 puntos seguidos de Sastre. El equipo sevillano devolvió la gentileza en el último cuarto: también 9 puntos, nada en los últimos dos minutos (se llegó 57-57) y 6 de valoración (6-25) con 4/16 en tiros de campo. Ese tramo simplemente decente del Barcelona, un poco de concentración en defensa y algunos destellos de talento en ataque, decidieron el partido (5-10 en los últimos cuatro minutos). Sin más, el Barça se llevó un triunfo que le mantiene con el viento a favor (seis seguidos entre ACB y Euroliga) y cierra la primera vuelta en 12-5. Tercero, mejor de lo que pintaba hace no tanto y mucho mejor que a estas alturas hace un año (9-8 y en la Copa por los pelos tras aquel bochornoso 88-66 en pista del Estudiantes).

El Cajasol consiguió llevar el partido a su nicho durante muchos minutos. Su defensa desarticuló al Barcelona y los rebotes de ataque de un especialista como Balvin le daban tiros extra para que fueran sumando Satoransky y Sastre. Pero se olvidó de distanciar al Barcelona cuando los de Pascual penaban por la pista. Y se olvidó de atacar con criterio: 33 tiros de dos, 34 de tres con un mal 23% (8/34). Precisamente desde la distancia tiraron el partido en la recta final Bamforth y Landry, que combinaron un horrible 3/16, 0/5 en el último cuarto. Un disparo en el pie al que se agarró el Barcelona para sumar un triunfo opaco pero útil. Feo, muy feo pero suficiente para correr un tupido velo y preparar su lustrosa versión europea para una batalla de órdago en el OAKA. Palabras mayores.