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PANATHINAIKOS 95 - LABORAL KUTXA 74

El Baskonia sale vapuleado con ocho en el destierro de Chipre

Nocioni, Hodge y Jelinek mantuvieron el tipo ante el Panathinaikos, que jugó a placer. "A nivel de actitud no hay nada que reprochar”, explicó Scariolo.

Fabien Causeur ante el Panathinaikos.
SAKIS SAVIDESAFP

El Laboral Kutxa capeó como pudo el temporal en Nicosia. Resulta que el castigo al Panathinaikos, por los incidentes del final del año pasado, fue un tiroteo a los vitorianos, a los que les metieron un viaje infernal y les encerraron en una ratonera con seis mil enfervorizados hinchas. Para el PAO fue un choteo: le obligaban a jugar a un mínimo de 300 kilómetros de distancia de Atenas, y en una hora de avión, pudo desplazar a su gente. ¿Y si hubiera habido más incidentes en esta ocasión, qué se habría decidido? ¿Ir a más 300 kilómetros de Nicosia? ¿A Atenas para más risa? La próxima cita la tendrá en Creta. Podía haber sido peor, porque el Baskonia compareció con un equipo que lo tendría en chino para acceder al playoff ACB.

El Baskonia intentó morir con las botas puestas. Con nueve jugadores inscritos y sólo ocho útiles, ya que Hamilton no puede casi ni andar, Scariolo estaba obligado a ser ultraconservador y planteó un partido con más de 30 minutos de defensa en zona para ralentizar el ritmo y guardar fuerzas bajo el caparazón. Había una evidente inferioridad física en todas las posiciones. Pero esa disposición fue muy estática, apenas había actividad en los jugadores y el Panathinaikos jugó a placer desde el salto inicial. El PAO ha bajado presupuesto, pero, cosas de la vida, frente al desierto en el banquillo vitoriano, el equipo del trébol hasta hace convocatorias, merced a su plantilla kilométrica. Charalampopoulos, Skordilis, Diamantakos y el chino Shang se quedaron fuera de la cita chipriota. El Baskonia amaneció errático, con cinco pérdidas en seis ataques. Nocioni se vio obligado a tomar las riendas, pero estaba muy solo. Al menos, Jelinek sí prestó colaboración a la hora de aportar puntos, que tanta falta hacían.

En el segundo cuarto, Scariolo puso en liza a mitad de travesía a Heurtel, Van Oostrum, Causeur, Jelinek y Diop, el joven senegalés de 19 años con mucho por aprender y tan liviano que confiesa que come macarrones en los recreos del colegio. Un quinteto con poquísimas horas de vuelo en Euroliga. Frente a gente como Diamantidis y Batiste, que han levantado títulos como churros. La ventaja se estiró hasta los 24 (59-34 tras un triple de Diamantidis a 7:34 para ir al descanso). Los verdes martillearon con Curry y Bramos por fuera (éste hizo un galáctico 7/11 en triples) y con mates de Gist a pase doblado picado. El balón se movía como si tuviera motor (31 asistencias locales). Lasme derrochó el habitual pundonor aportando de todo sin lucir demasiado. Ante la ausencia de personal, Nocioni tuvo que oficiar de cinco unos minutos.

En el último cuarto, Scariolo quitó la zona para al menos morir matando. Esta vez no hubo bajada de brazos como en Madrid. El equipo se activó y soñó unos instantes: 77-63. Había que conceder algo en busca de la gesta y permitió tirar a Ukic, uno de los jugadores más sobrevalorados del planeta. El base croata anotó un triple y en una acción posterior se castigó con antideportiva a Nocioni, que permitió anotar tiros libres y un triplón: 84-65. El Baskonia acabó como pudo la tarde más agónica y endiablada que recuerda. “A nivel de actitud no hay nada que reprochar”, explicó Scariolo.