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REAL MADRID 75 - MACCABI TEL AVIV 63

Llull abruma al Maccabi

El Madrid ganó también el segundo asalto y se acerca a la Final Four tras otra demostración defensiva. El base menorquín, con 26 puntos y seis triples, y Carroll mataron al rival.

El base del Real Madrid Sergio Llull, ante Ricky Hickman, el del Maccabi Tel Aviv.
El base del Real Madrid Sergio Llull, ante Ricky Hickman, el del Maccabi Tel Aviv.EFE

El Madrid ha salido del bache en el momento justo, se ha levantado a tiempo. Acaricia la Final Four, aunque estaría ya en el O2 londinense si fuera sólo por las sensaciones. En el Palacio (esta vez con una gran entrada: 10.793 aficionados) no ha habido color —bueno sí, el blanco—; pero la serie viaja ahora a Israel para los dos próximos encuentros.

La reacción del Maccabi tras la paliza del primer día, que en Tel Aviv se sintió como una deshonra, se había anunciado a voz en grito, con luz y taquígrafos. Todos la esperaban, como el que ve una película de terror amarrado a los brazos de la silla, aguardando el sobresalto en cualquier instante. Desgasta más la tensión previa que otra cosa. Y algo así ocurrió en este segundo asalto del playoff de cuartos. Que viene el Maccabi, que viene el Maccabi, y al final no hubo ni susto.

Quizá por esa angustia latente supo a poco la ventaja blanca en la primera parte, apenas ocho puntos (36-28) pese a un dominio total del partido. Logan protagonizaba su particular fuga hacia delante, con cuatro triples sin fallo y 15 puntos al descanso, pero el control de la escena era del Madrid. Fenomenal actuación de nuevo, con una defensa más que aceptable, brillante si quieren. Dominó el rebote, taponó, pasó mejor, extravió los balones justos… El pero venía en ataque, con un ritmo más pausado por la labor de zapa del Maccabi, por los errores en el tiro, lo que generaba un halo de incertidumbre que obligaba a la grada a cruzar los dedos. Ya saben, los fatídicos vaivenes y que este equipo a veces mata pero otras muere desde el perímetro.

Esta vez, sin embargo, era el día de Sergio Llull, le tocaba a él cabalgar sobre la pista: su punto número 16 ponía doce arriba al Real (46-34, minuto 25). Medirse a los blancos es como intentar adivinar quién viene a cenar esta noche. Se puede intuir; no hay nada seguro. El miércoles reinó Sergio Rodríguez secundado por Rudy. En el segundo round, Llull laminó al Maccabi (26 puntos, 6 de 8 en triples). Gestionar a dos bases de semejante talento, sus minutos y sus egos, siempre resulta complicado. Más si son tres con Draper, mérito de Laso. Porque pocos daban un duro por la apuesta de los Sergios al timón, y aquí andan, año y medio después, como una pareja sólida que marca el camino y decide partidos, cada uno con sus cosas, con sus pecadillos. Pero apilan tantas virtudes que las dudas se deslizan por el sumidero.

Al final, con el suspense de ver si el Maccabi se manifestaba (46-40), el que lo hizo fue Carroll, que declaró abierta la fiesta. Sus 14 puntos (3 de 4 de tres) combinados con los de Llull hundieron a Blatt en el banquillo. Sabía exactamente lo que iba a hacer su compatriota, pero fue incapaz de impedirlo. La guinda vino con un dos más uno galáctico, quizá por eso sea uno de los preferidos de Florentino.

El Madrid tiene el billete para la Final Four en el bolsillo, sólo le falta cerrar la cremallera. La Mano de Elías, Tel Aviv, es mucha plaza. Veremos si el Maccabi hace honor a tanto anuncio y emerge de una vez o si el Real viaja a Londres por la vía rápida. La solución, el próximo martes.