liga endesa |real madrid 73 - caja laboral 64
Velickovic llama a la rebelión
El serbio pone el espíritu y los puntos de mayor peso en la reacción de un Real Madrid que tardó más de medio partido en meterse de lleno en una serie que se desplaza ahora a Vitoria.
Durante más de 23 minutos el Palacio padeció un invierno nuclear que parecía apuntar sin remisión al 0-2 en una eliminatoria que se había convertido en una soga alrededor del cuello del Real Madrid. Ivanovic apretaba el nudo y los segundos pasaban como caen los copos de nieve. La grada rumiaba su desazón en silencio, las caras de los jugadores de Pablo Laso navegaban entre la incredulidad y la histeria contenida y el partido vivía sometido a la catalepsia orquestada por el General Prigioni. Una pesadilla para un equipo local aterido: 33 puntos en esos más de 23 minutos; Ni una sonrisa, ni una carrera y a la deriva sobre una balsa construida a base de tiros libres y rebotes ofensivos.
Se necesitaban héroes, despertadores y catarsis. Se requería un agitador, alguien que alzara la voz y enarbolara la bandera del espíritu playoff: no en mi casa. No al menos dos veces seguidas. Sin Mirotic, que amagó (se vistió) pero no regresó, sin ataque al galope y sin ventajas en la zona. Incluso sin Carroll, al que la telaraña de Baskonia mantiene enredado, sorteando bloqueos con el aliento de Oleson siempre en el cogote. Sin tiros limpios, sin circulación... pero con Velickovic, un atisbo del jugador volcánico que era en Partizán y que tan poco se ha visto en Madrid. 16 puntos, 5 rebotes, las canastas que cambiaron la inercia del partido y por encima de todo la llamada a la revolución. De su mano el Real Madrid volvió a pelear. Así volvió a creer y por eso volvió a correr, a anotar y al final y durante algunos momentos, juro que lo pareció, a divertirse.
Llull iluminó un tramo final de partido que pudo marcar un cambio de inercia en una serie hasta entonces secuestrada por el péndulo de Prigioni y la eficacia quirúrgica de un Caja Laboral tremendo en defensa y efectivo en ataque, un festín a partir de cada desequilibrio en los cambios defensivos de un Real Madrid timorato. 13-20 al final del primer cuarto, 15-23 en el minuto 13... pánico en un Palacio que resucitó a partir de Velickovic, Llull y Suárez. Del matadero a poner por fin los dos pies en una semifinal que promete olor a azufre en Vitoria, donde el Real Madrid tiene que empezar justo en el punto en el que hoy lo dejó: encontrar su ritmo, volver a gobernar el rebote y subir pulsaciones: difícilmente tirará 17 tiros libres más (22-5) y difícilmente se le señalarán apenas la mitad de personales (13-26) en la caldera del Iradier Arena.
El Real Madrid sabe que tiene que robar un triunfo fuera, trabajo duro pero un mal menor a la vista de cómo marchaban las cosas. Puede hacerlo pero tiene que saber hacerlo. Y no es una perogrullada porque el año pasado viajaba con la misma misión a Bilbao: fracasó. Quizá vuelva Mirotic y quizá obtenga algo más de Tomic y un desfigurado Begic. Pero también debería contar con un Teletovic mucho más estruendoso que el de los dos primeros partidos, un San Emeterio más decisivo y un Lampe que vuelva a ser el del primer partido. En el segundo fue Mr. Hyde: 3 puntos y 2 de valoración. Baskonia, instrumentales Oleson y el resurgido Bjeliça, perdió una ocasión de oro para cerrar definitivamente el nudo sobre la garganta rival. Mientras se jugó a ritmo de cloroformo, fue mejor. Pero en el tercer cuarto empezó a fallar tiros cómodos. Perdió la paciencia en ataque y, seguido, la concentración en defensa. Ivanovic, que escrutaba los minutos finales con ojos de tiburón, dirá algo al respecto a sus jugadores.
Para el baloncesto, bien mirado, la eliminatoria está donde conviene. Se avecinan partidos tremendos. No sabemos si con Mirotic y no sabemos si con Nocioni. No sabemos si aparecerá Teletovic o Carroll, si Lampe será el del primer partido o el del segundo o si se jugará como quiere Prigioni o como le gusta a Llull. El martes será un termómetro, la prueba del algodón para saber hacia donde apunta la inercia, seguramente el choque que convierta los síntomas en tendencia. La trinchera de Ivanovic o el verso libre de Laso, emociones fuertes con la final al fondo, al alcance de los valientes.