NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Baloncesto | Tribuna libre

El jugador español

José Luis Sáez
<b>RECONOCIDOS. </b>Los jugadores de la Selección celebran el título conseguido en el Europeo de Lituania.

En los dos divertidos y ocurrentes spots promocionales de la Liga que podemos ver en televisión en este primer tramo de la Liga Endesa aparecen como protagonistas Juan Carlos Navarro, Felipe Reyes, Jorge Garbajosa, Carlos Jiménez, Berni Rodríguez y Fran Vázquez. Sería un buen ejercicio preguntar a los responsables de márketing de las dos grandes empresas patrocinadoras de la Liga que han lanzado estas campañas por qué de entre casi 225 jugadores -la mayoría de ellos no nacionales y muchos con limitada o escasa continuidad en sus equipos- les han elegido precisamente a ellos.

Sin duda, no ha sido por capricho. Ni por casualidad. Juan Carlos, Felipe, Jorge, Carlos, Berni y Fran reúnen, entre otros, el valor de la identificación: con sus equipos y para los aficionados, no sólo para los seguidores del baloncesto sino para los amantes del deporte en general. Los seis, además, tienen en gran medida otro denominador común, que en la mayoría de ellos posee una fuerza mediática enorme: su imagen de jugadores de la Selección Española.

Ambos spots promocionales nos señalan una vez más -y desde fuera, sin que sea en un debate interno de nuestro deporte reducido a un simple intercambio de argumentos- que el valor de la identificación no tiene precio. Y que la mayor identificación posible procede de la cantera propia.

Inversión.

A lo largo de toda nuestra historia ha sido siempre trabajando la cantera, basándose en la calidad, identidad y compromiso de los jugadores de casa, como el baloncesto español ha alcanzado su máximo nivel. El jugador español ha sido siempre la mejor inversión para nuestro deporte: ha sido un éxito deportivo, económico y de imagen de marca. Es evidente que los tiempos actuales no son los que vivió la generación de Los Ángeles 84 ni las inmediatamente posteriores, y que ahora en el concepto de jugador formado en casa hay que incluir también a aquellos que, aun no siendo españoles, no están en nuestro país de paso sino que han decidido, directa o indirectamente a través del deporte, afincarse en nuestro país y asimilar los valores de nuestra sociedad.

Pero aceptar que estamos en un mundo con fronteras cada vez más diluidas y que la multiculturalidad es un hecho -y España es en ello un ejemplo- no significa obviar que han sido nuestras selecciones de formación las más laureadas del mundo en la última década: nada menos que 35 medallas en otros tantos campeonatos, masculinos y femeninos, júniors, cadetes, Sub-20, Sub-18, Sub-19 y hasta 3x3.

Trabajar con los jóvenes da pues el máximo resultado. Apostar por su formación y su desarrollo requiere mucho trabajo, mucho esfuerzo, la aportación de todos y una total confianza en esta política. Pero sobre todo exige el total convencimiento de que es la mejor fórmula para que nuestro baloncesto no deje de crecer y siga siendo el mejor ejemplo para prácticamente todo el resto del mundo.