Eurobasket Lituania | El cuaderno de Antoni Daimiel
Navarro, un genio con apariencia cotidiana
Con tiempo para rectificar. Los triunfadores se destacan por saber ubicar en tiempo y modo también sus errores, sus descuidos, dudas y confusiones. Un mal cuarto no tiene remedio si es el último (nos pasó contra Turquía) pero España acumula ya varios primeros cuartos discretos y siempre hemos puesto en práctica una contundente voluntad y capacidad de rectificación. No es tan malo comenzar los partidos sin la debida tensión competitiva si nos cuesta mantenerla cuarenta minutos. El encuentro contra Eslovenia se planteó como muy de entrenadores, con el magisterio del planteamiento inicial de Maljkovic y la respuesta magnífica de Scariolo con la inclusión de la zona en la alternancia defensiva. Afortunadamente la genialidad de Juan Carlos Navarro sacó al partido (y a España) del ovillo táctico.
Solución Navarro. Navarro domina la modernidad con apariencia antigua. Podría ser cualquiera de nosotros. Mantiene el poder de seducción e influencia marcando en la báscula la misma cifra en kilogramos de hace diez años. Sin gimnasio y sin tamaño de baloncestista del siglo XXI puede llegar a dominar un partido con la simple concentración de toda la explosividad nuclear del juego en la yema de sus dedos. Navarro es capaz de reducir un gran partido internacional a una cuestión particular, a un ménage à trois entre él, el balón y el aro. Capaz de meter veintiséis puntos en veintiséis minutos sin tiempo para santiguarse, con la pose natural y cotidiana con la que cualquiera sale del portal de su edificio, con culto pleno a una fluidez orgánica que nos lleva a tiempos de Drazen Petrovic o Nikos Gallis.
Vía expedita. La derrota de Lituania en cuartos de final ha cargado de razón a los que nunca descubrieron motivos para temer en gran medida al anfitrión del campeonato. Macedonia es un detector de valor, un examinador, un termómetro que destapa, uno a uno, la categoría de sus rivales y concluye con la amenaza de que el nivel competitivo de todo un campeonato continental de veinticuatro equipos pueda estar bajo sospecha. Que parezca un suspenso la calificación final general no es indiscutible sino el justo efecto a la diferencia entre España y el resto de las selecciones.