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eurobasket 2011 | españa 86 - eslovenia 64

Próxima parada: Londres

España salió a lo grande de un primer cuarto de pesadilla. El peso interior de los hermanos Gasol equilibró el partido y Navarro lo rompió en un tercer cuarto genial. El viernes, la semifinal.

<strong>NAVARRO,ESTELAR.</strong>
NAVARRO,ESTELAR.

Boza Maljkovic tiene el retranco de los que se las saben todas. Perro viejo, conoce los renglones torcidos de los que está hecho el juego y por eso sonreía de medio lado cuando analizaba las opciones de Eslovenia ante el gigante llamado España. Vino a decir, entre frases valiosas y silencios de oro, que España es la Yugoslavia de esta generación. Y lo es: la prueba del carbono 14 que pone a los rivales contra el muro de sus limitaciones. Un panzer contra el que no sirven demasiado, y seguramente él era plenamente consciente, el viejo espíritu competitivo y las trampas para osos con las que Boza se convirtió en un enemigo terrible en cuitas a un partido.

Esa realidad se le vino encima a Eslovenia con toda su crudeza en los dos cuartos en los que España estuvo en el partido: 19-8 de parcial en el segundo, 36-14 en el tercero. Ni un tahúr como Maljkovic pudo entonces disimular que Eslovenia, una maravillosa cuna de talento de poco más de dos millones de habitantes, llegó a Lituania más pendiente del próximo Eurobasket, en su casa, y con una larga e ilustre lista de ausentes: Brezec, Nachbar, Vidmar, Beno Udrih, Nesterovic, Vujacic, Becirovic... Sin todo eso, con Dragic encorsetado por el ritmo de juego y contando con lo poco que queda de un grande como Smodis, Eslovenia le dio un pequeño susto a España en el primer cuarto (16-23), gracias a un planteamiento excelente de Maljkovic, a una intensidad que doblaba la de una España que sesteaba y a un juego de ataque volcado sobre Begic (6 puntos en el primer cuarto, 10 en total) y Lorbek (7 en el primero y nada más), y con el acierto exterior (tres triples) que les ha faltado en todo el campeonato y que les volvió a faltar después (6/27 total).

Mérito de Eslovenia y aviso para España, que no podrá permitirse arranques tan malos ante los rivales que están por venir ahora que llegan las dos grandes finales: la que vale el billete para Londres 2012 y la que valdría el segundo oro consecutivo, el sello a la actual y evidente supremacía continental. Después de muchos partidos, después del gris estreno ante Polonia, la exhibición ante Lituania, el último cuarto ante Turquía, la anulación de Nowitzki o el sainete ante Francia... después de todo eso y a cuarenta minutos de baloncesto: la plaza olímpica. El gran objetivo, el último gran sueño de la maravillosa generación del 80.

Defensa en zona, Gasol... Navarro

Eslovenia, el equipo menos anotador de todos los clasificados para los cruces, anotó 18 puntos en los primeros seis minutos de partido. En el descanso llevaba 31; En el ecuador del tercer cuarto, 35. Perdió como pierden los equipos cuya inferioridad es insalvable y manifiesta y sus armas limitadas. Su presión del inicio fue a menos, la acumulación de faltas de sus interiores limitó su despliegue defensivo. España volteó el partido con plomo y cemento, preparó durante un sudado y desgastante segundo parcial el despliegue extraordinario del tercero.

La lógica y una sorpresa: España fue más efectiva en zona, apoyada en la poca puntería exterior de su rival. Cerró su aro y comenzó a carburar muy despacio: primero frenó la sangría de pérdidas, después comenzó a circular y finalmente encontró por fin a los hermanos Gasol. A base de tiros libres de estos, cavó trincheras y preparó la llegada de la caballería. Tras más de 28 minutos, tomó el mando del partido (30-28). Eslovenia llegaba al descanso viva pero estrangulada, con la lengua fuera.

El tercer cuarto fue uno de esos despliegues que estarán en el libro de oro de este equipo de oro: 36-14 de parcial con un 9-0 de salida que se estiró hasta un 19-2. Partido sentenciado en lo que pareció un santiamén, partido decidido por los dos mejores jugadores que ha dado la historia del baloncesto español, dos colosos del baloncesto europeo de siempre: Juan Carlos Navarro anotó 17 puntos en ese tercer cuarto y terminó con 26 en 26 minutos y 11/16 en tiros de campo. En uno de esos trances en los que es literalmente indefendible, eclipsó a un Pau Gasol que pareció más concentrado en las labores de albañilería pero cuyo dominio del partido fue antológico: un escenario con él en cancha, otro sin él y, al final, 19 puntos, 16 rebotes y 3 tapones.

A España le sobró el primer cuarto y al partido el último, un relajado paseo en el que Eslovenia maquilló mínimamente lo que había llegado a un escandaloso 68-40. A España le queda la preocupación por el tobillo de Calderón y alguna duda por esa rotación que con los partidos vivos es prácticamente de ocho jugadores y medio. España empezó tan mal que pareció un equipo terrenal, un lujo que no se tendría que permitir si aparecen en el camino Lituania o Francia, incluso Rusia. Pero fue tan escandalosamente de menos a más y tuvo momentos de una superioridad tan apabullante que volvió a dejar la certeza de que es el equipo con el libro de estilo de este campeonato: a su mejor nivel no hay nadie que le alcance. No mientras su mascarón de proa lo sigan formando Pau Gasol y Juan Carlos Navarro, Juan Carlos Navarro y Pau Gasol, dos talentos de otra dimensión que no deberían irse nunca y que tienen a tiro de un partido, cuarenta minutos de baloncesto, el sueño olímpico de Londres. Y al fondo, el oro.