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Emanuele Molin

"Volvería a ser segundo, pero me gustaría seguir"

El técnico italiano ha debutado como entrenador jefe con 51 años y en el Real Madrid, después de toda una carrera en la sombra, al lado de los mejores: Skansi, Obradovic, D'Antoni y Messina. "Me gustaría escribir una nueva página en mi vida, aunque aceptaría dar un paso atrás", asegura.

"Volvería a ser segundo, pero me gustaría seguir"
JESÚS RUBIO

Usted creció en la Italia de los sesenta y de los setenta, ¿por qué el baloncesto en lugar del fútbol?

Empecé jugando en Mestre, mi localidad, en un campo cerca de la iglesia y un entrenador me pidió que hiciera una prueba para las categorías inferiores del club de la ciudad, que militaba en Primera. Mi trayectoria acabó como juvenil jugando de base, aunque había empezado de pívot, porque con 13 años era casi tan alto como ahora. Y lo dejé porque carecía de proyección y en seguida empecé a entrenar a niños. Poco a poco iba subiendo de nivel. Como buen italiano aficionado al deporte también me gustaba el fútbol, aunque no con la misma pasión. Era de la Juventus y lo sigo siendo en esta etapa en la que el club está sufriendo mucho. Recuerdo como grandes épocas la de Platini, también la de Zidane.

¿Y en el 'pallacanestro'?

El gran Varese de los setenta, también el Madrid, claro. Aún recuerdo aquellos duelos de Copa de Europa en blanco y negro, sobre todo a Wayne Brabender y a Corbalán.

En Mestre, como técnico del júnior, coincide con Messina por primera vez. Era 1980.

Sí, durante dos temporadas. Después él se fue como ayudante a Udine y yo me quedé. Mi salto de calidad llega en Treviso (Benetton), donde trabajo 14 años seguidos. Empiezo en la cantera, pero poco a poco voy compartiendo las actividades del primer equipo y tengo la suerte de que fichan a entrenadores importantes, como Skansi­, Obradovic y D'Antoni, que me quieren de ayudante.

¿Por qué no lo intentó entonces como primer espada?

Nunca lo pensé porque no me llegó una oportunidad seria. Después de trabajar con gente como Obradovic y como Ettore­ he entendido que me sienta muy bien el traje de ayudante. No me gusta la exposición.

Justo lo contrario que ahora.

Sí, las cosas de la vida. Trato de disfrutar de esta gran oportunidad, de aprender pese a mi edad (51 años) y de no equivocarme mucho, de no hacer daño. Y me siento además un poco más joven.

¿Ahora que le ha picado el gusanillo sería capaz de dar un paso atrás?

No es una cuestión de quitarme responsabilidad, siempre he tenido mucha participación, pero es que me veo muy competente en el papel de ayudante. Si mañana me pidiesen retroceder, no me sentiría infravalorado ni lo vería como una falta de éxito. Aunque me gustaría seguir como primero y escribir una nueva página en mi vida.

Pero imagino que su reto es ganar un título con el Madrid y renovar al frente del equipo.

Lo que quiero es cumplir los objetivos que se ha puesto el Madrid, devolver al club la confianza depositada en mí. Y luego hablaremos de lo que piensan ellos, de lo que pienso yo y decidiremos. Ahora sólo he ganado dos partidos importantes en una semana y me parece muy poco.

¿Aceptaría ser segundo de otro técnico en el Madrid?

¿Por qué no? Ser ayudante en un equipo importante no lo considero un papel secundario. Ahora bien, si el club está contento, puedo seguir como ahora.

Cuando Messina se marchó, ¿pensó en irse con él?

Traté de convencerle de que no diera un paso tan duro; pero a la vez entendí que era una decisión muy personal, que había rebasado su límite y que debía parar. Yo llegué aquí por él, no por mi mérito, por lo que con su marcha afloraron sentimientos encontrados. Al final decido continuar porque me doy cuenta de que el trabajo con el equipo es muy bueno y porque encuentro el apoyo total de Ettore y del club para ocupar el cargo.

¿Habla muy a menudo con Messina­, le consulta cosas?

Hablamos como amigos, compartimos cosas, pero tiene mucho respeto y no interviene demasiado.

¿Pensó alguna vez: "Pero dónde me he metido"?

Seguro, aunque no me he arrepentido, no va con mi carácter. Me he sentido solo, he sufrido una especie de lucha interior, de pensar que las cosas no eran así, de que era demasiado sufrimiento... Ahora todo va bien.

Su familia vive en Italia, ¿eso se lo ha hecho aún más difícil?

Sí, tengo tres hijos y viven allí con mi mujer. Pero esa es mi elección desde hace tiempo.

Parecía usted el contrapunto perfecto al carácter fuerte de Messina. ¿Cree que los jugadores le ven ahora como la cara amable del mismo proyecto­?

Un poco sí. Si he trabajado tanto tiempo con él es porque el carácter de uno ayudaba al otro y al revés, como un matrimonio. Soy una persona distinta, pero no es que sea el bueno y él el malo. Más que por estas cosas, creo que el equipo ha logrado el éxito porque ha comprendido cuáles son sus límites. A veces los jugadores no entienden que no llegan al objetivo y que te tienes que enfadar.

Quiere decir que han madurado.

Es más cuestión de responsabilidad, de estar más metido. Fue uno de los objetivos que buscó Ettore con su adiós: se fue porque el equipo se podía unir más. Y ahí la figura de los veteranos ha sido clave.

¿Qué opciones da a su equipo en la Final Four?

Debemos recordar que somos el Madrid, que llegamos tras mucho tiempo al sitio donde quiere y debe estar el club; pero sin olvidar que la plantilla carece de experiencia en la Final Four, y me incluyo (lleva siete como ayudante). A veces, sin embargo, suma más la ilusión.