La universidad de Connecticut no va a pedir perdón a nadie por la forma en la que ganó su tercer título de la NCAA, después de derrotar a Butler por 53-41. Porque puristas, comentaristas y aficionados pueden decir lo que quieran. Que el encuentro fue horrible, que hubo tantos fallos que muchos aficionados se cambiaron de canal y que los jugadores parecieron abrumados por el espectacular escenario del Reliant Stadium de Houston, con 75.000 personas maquilladas, uniformadas y encendidas que dieron más espectáculo que ellos.

Los Huskies de UConn perdían por 25-19 al principio de la segunda parte, pero sacaron los dientes para morder a sus rivales de Butler, que sólo encestaron el 18% de sus tiros. El base Kemba Walker, con sus penetraciones y sus suspensiones, fue el gran protagonista de la reacción y encestó 12 de sus 16 puntos tras el descanso.

Presión.

Además, Walker dirigió la agresiva defensa que le dio el triunfo a su universidad. "No habíamos visto una defensa tan dura en todo el año", reconoció Brad Stevens, el técnico de Butler, que por segundo año consecutivo perdió en la Final del campeonato universitario. Todo le salió mal a Stevens, cuyo mejor jugador, Shelvin Mack, sólo anotó cuatro de sus 15 tiros.

Calhoun, al club de los tres títulos

La victoria de UConn sitúa a su técnico, Jim Calhoun, en la élite del baloncesto universitario con tres títulos, empatado con Mike Krzyzewski y Bobby Knight y sólo por detrás de Adolph Rupp (4) y John Wooden­ (10). Con 68 años, ya se habla de que, tras un curso muy duro con problemas de salud y una sanción por violar las reglas de la NCAA, quizá lo deje. Sobre todo si Kemba Walker da el salto a la NBA.