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Liga ACB | Real Madrid 78-DKV Joventut 60

Molin debuta con victoria en un partido muy tenso

La afición se divide: pitos y aplausos para los jugadores

<b>SOSEGADO. </b>Molin observa desde el banquillo, con su habitual tranquilidad, el intento triple de Suárez.
SOSEGADO. Molin observa desde el banquillo, con su habitual tranquilidad, el intento triple de Suárez.

Durísimo inicio de partido para el Real Madrid, para unos jugadores que fueron recibidos entre abucheos (la afición les culpaba de la marcha de Messina) y aplausos. Otra ruptura, ahora en la grada. Mucha tensión en la Caja Mágica, ambiente desa­gradable. Aunque al Madrid le salvó ayer que viniera de visita un equipo de chavales, un DKV Joventut rejuvenecido en extremo por las lesiones y sus graves problemas económicos.

Emanuele Molin, Lele, pudo estrenarse con victoria como primer técnico, a sus 51 años y tras once a la sombra de Messina­. Los nervios iban por dentro, Pepu le dio ánimos desde la trinchera de enfrente, con palabras cariñosas, las que no escuchó el exseleccionador de una parte de la hinchada madridista, la peña Berserkers, la más ruidosa: "No te queremos", le gritaron, ante los rumores que le sitúan en el banquillo blanco la próxima temporada. Y de nuevo división, porque otros le vitoreaban­.

Tucker.

La tensión ponía los pelos de punta, al menos los míos, y Tomic se llevó la primera gran pitada tras fallar sus cinco primeros tiros libres. Al sexto intento, diana, y aplausos masivos. No lo estaba haciendo mal el croata, muy activo al poste bajo. Luego sería Tucker el objeto de las iras del público, que considera que carece del nivel necesario para ocupar una plaza de extranjero en el Madrid. Creo que tiene sitio en el equipo, pero no como el líder anotador constante y fiable que se demanda, sino como complemento; también por actitud y defensa.

Las sensaciones, en algunos instantes, eran de otra temporada tirada en el baloncesto blanco, entre gritos que pedían respeto para el escudo y la afición, cansada de tantos vaivenes.

Y en estas la Penya llegó a ponerse 2-11, aunque perdió el mando en el segundo cuarto y se hundió tras el descanso, cuando el Madrid se agarró a un rayito de luz. El público se sumó a la escapada y todo acabó para los locales bastante mejor de lo que había empezado. Hasta Llull se congració con la grada pidiendo perdón por haberles mandado a casa el jueves pasado.