Llull y Tucker lideran un inicio feliz en el Top-16

Euroliga , estreno del Top-16 , partido en casa, el Partizán de rival; inviable perder. Dada la experiencia de temporadas anteriores, todas amargas, si el Madrid aspira a volver a una Final Four quince años después debe empezar por arrancar a mordiscos la primera plaza de este grupo. Y eso pasa por no fallar en casa, nunca, y acumular botín en los desplazamientos, como mínimo un triunfo; dos, perfecto.

De ahí que arrancar en la Caja Mágica ante, en teoría, el rival más débil, aportara presión añadida. El Madrid la acusó de inicio, porque a este Partizán quizá le falte talento, pero sabe guerrear. Sus pívots (Jawai y Katic) son enormes, a lo ancho, con un aire de leñadores a la antigua usanza. En pleno reparto de mandobles, los árbitros prefirieron pitar los roces, cuando algún madridista intentaba rodear con sus brazos al rival. Tomic y Reyes se cargaron con dos faltas en seguida y los rebotes volaban a manos serbias: 13-15, 17-20 hasta que el Madrid se sacudió la tensión en el segundo cuarto. Antepuso el cerebro en medio de la batalla física, circuló el balón e hizo mucha pupa con Llull y con Tucker. Mucha. Y también ajustó la defensa, quizá todo empezó por ahí.

Al Partizán se le hacía largo el recorrido atrás, no llegaba a los tiros, la zona no le funcionó y en ataque resoplaba. Bloqueado, se mostró incapaz de encestar: apenas siete puntos en más de diez minutos. La renta se estiró como un chicle y en el inicio del tercer periodo tocó los 20 tantos: 47-27. Los de Messina habían ganado el partido con Velickovic muy combativo, sólo un aperitivo en este durísimo Top-16.

Desde ya se incorpora Mirza Begic , el 2,20 recién fichado, que podría debutar este sábado ante el Estudiantes. Queda por ver si mejorará al equipo, si contar en nómina con seis pívots y Velickovic no es más un inconveniente que una ventaja. Ayer, de momento, ni Tomic ni Fischer sintieron el aliento en la nuca. Partido discreto frente a oponentes incómodos.

En el Partizán, teníamos ganas de volver a observar en directo al joven Jan Vesely, el checo al que muchos apuntan como una de las próximas estrellas europeas. Impresiona verle con tanta movilidad y esa altura (2,10) jugando de alero, pero nos volvimos a casa un pelín decepcionados. "Jugará mejor en la NBA que en Europa", nos aseguraba ayer un técnico serbio. Veremos.