Liga ACB | Real Madrid 88-Unicaja 72
Mirotic enseña la patita en la revancha blanca
Dos días después de la derrota en Málaga, el Madrid se la devolvió al Unicaja en la ACB. Contundente triunfo en la Caja Mágica, donde los de Messina no han perdido todavía: siete de siete en casa, más otro triunfo en el Arena. Partidazo de Reyes y prometedora aparición de Mirotic.
Pues sí, hubo revancha. El Madrid devolvió al Unicaja en la ACB la derrota del jueves en la Euroliga. Se cierra este imaginario playoff con victoria blanca: 2 a 1 después de tres enfrentamientos en las últimas cinco semanas.
Pesó el factor cancha, la Caja Mágica, que continúa inexpugnable (siete de siete, más otro triunfo en la Casa de Campo). Qué cosas tiene el deporte. Tanto debate sobre si la instalación se ajusta al baloncesto, que si no sería mejor marcharse al Madrid Arena, y resulta que los blancos han convertido su nuevo pabellón en un fortín. Las seis derrotas de la temporada (tres en Euroliga, dos en Liga y la de la Supercopa) se dieron lejos de casa. La ansiedad que persiguió al Madrid delante de su público durante gran parte de la campaña pasada ha desaparecido. Ahora el bloqueo mental le sorprende de visita, a veces, incluso, después de una buena faena, al entrar a matar, como ocurrió en la última semana ante el Granca y el Unicaja. Que nos lo explique un psicólogo, por favor. Messina acertó a decirnos esto ayer: "En casa estamos mucho más tranquilos, desde el primer momento, imaginad cuando volvamos a disfrutar de llenos en el pabellón". Si ocurre, veremos entonces.
Sobre el partido de ayer, nadie más descriptivo que Aíto: "Nos pasaron por encima, con hambre". El Madrid salió a comerse al rival, a vengar el tropiezo en el Martín Carpena. Y lo hizo con calma y precisión, sin sofocos, lo que es aún más noticia. Tiró con puntería (67% de dos y 50% en triples) y buscó a los pívots -fantástico Felipe Reyes-. Se pasó la pelota con fluidez, repartió 22 asistencias y extravió sólo diez balones. Atrás acogotó al rival, quedando el talentoso Freeland como único faro visible del Unicaja, que en defensa zozobró, sin una ayuda a tiempo.
A los doce minutos la renta se estiró hasta los quince puntos (38-23), con Nikola Mirotic (2,08 y 19 años) ya en cancha. Quizá sea el canterano blanco de más clase en el último cuarto de siglo. Metió un triple sobre la bocina del primer cuarto y se vino arriba. Al final firmó once tantos y dos asistencias. Transmitió sensación constante de peligro. En ataque es demoledor, aunque deba madurar, subir el último escalón. De pardillo a estrella sólo se muda con minutos, equivocándose mucho. Como ayer, cuando no cerró un rebote y, con la canasta de Freeland hecha, golpeó ingenuamente al inglés. Bronca, pero siguió en pista y... ya lo ven. Está para jugar.