Liga ACB | Real Madrid 87 - Valladolid 82
Suárez salva al Madrid de otro trago amargo
Anotó sus 16 puntos en el tramo final ante un buen Valladolid
Cuando vienes de hacer el ridículo, como lo hizo el Madrid el jueves en Bélgica, o arrasas de salida y dices bye-bye al rival o la cosa suele acabar en embrollo. Y el equipo de Messina empezó mal, nervioso, sin dirección (otra vez muy flojo Sergio Rodríguez: apenas una asistencia y cinco balones extraviados).
Solo unos chispazos de lucidez de Garbajosa, Tucker (clarividente en el pase) y Tomic entre el final del primer cuarto y el inicio del segundo le pondrían en órbita: 33-19, minuto 13. Eso y la defensa, que forzó muchísimas pérdidas al Blancos de Rueda Valladolid (22, cuando su media es de 14).
Robinson.
Pero la ingravidez duró un suspiro y el Madrid volvió a sentir la pesada carga de su ataque estático, con pocas ideas y menos movilidad; aunque algo mejor con Llull de base. Y se atascó por su situación apurada (hubo algún pito en la Caja Mágica) y porque el rival dijo aquí estoy yo, a la estela de los grandes en la clasificación. Aquí estoy con la bayoneta calada en defensa y en ataque (sumaron hasta cuatro canastas con tiro adicional), con la garra de dos argentinos (Van Lacke y Diego García) contagiando al resto, con toda una plantilla aportando, con la didáctica de Porfirio Fisac en el banco y con un alero estadounidense, Jason Robinson, muy acertado en el tiro. Ah, y sin ninguna presión. Esa era toda del Madrid, que al menos en una jornada incómoda elevó su tino en los triples (8 de 21, 38%).
El mejor Blancos de Rueda desde el legendario Sabonis andaba al acecho (38-32), sin soltar nunca la goma, y se subió a la chepa en uno de los habituales bajones blancos: 47-47.
Partido nuevo. Uy, uy, uy... sufría la afición local, al menos hasta la aparición estelar de Carlos Suárez. Puso pelea y rebotes encima de la mesa, pero, sobre todo, puntos: 16 (tres triples), todos en los últimos once minutos del encuentro. El alero dio color a un partido pelín anodino, que ratifica el buen trabajo hecho en Valladolid y mantiene la misma incertidumbre en el Madrid. Por cierto, no jugaron ni Velickovic (amigdalitis) ni Mirotic (decisión de Messina).