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ACB | Real Madrid

El Madrid cierra filas para superar la crisis

Sánchez y Herreros se reunieron ayer con Messina y la plantilla.

<b>DURO VARAPALO. </b>Los jugadores del Real Madrid abandonan el parqué del Fernando Buesa Arena de Vitoria tras el repaso que le dio el Regal Barcelona en la Supercopa.

El tremendo varapalo que se llevó ante el Regal Barcelona en la Supercopa (89-55, la mayor renta azulgrana en un clásico) obligaba al Real Madrid a una reacción de sus jugadores, entrenadores y directivos. JuanCarlos Sánchez, máximo responsable de la sección, y Alberto Herreros, director deportivo, se reunieron ayer a primera hora de la tarde con Messina y su cuerpo técnico. Al terminar, lo hicieron con los jugadores, en presencia también del italiano y del resto de componentes de la sección. El motivo del encuentro era doble, por un lado analizar el descalabro y, por otro, recordarle a la plantilla lo que significa vestir la camiseta del Madrid, que se puede perder una semifinal, pero jamás dando la imagen transmitida ante los azulgrana. Si toca derrota, que sea con entrega máxima, lo que no sucedió en Vitoria.

Esa actitud preocupaba mucho al club y los jugadores reiteraron ayer su compromiso con el actual proyecto. Se conjuraron en el vestuario, con gestos de unión, para salir adelante. La plantilla está convencida de que peleará por los títulos. Quiere dar varios pasos al frente y el primero fue ayer en el entrenamiento, después de la reunión, ejercitándose con una gran intensidad. El segundo debe llegar ante el Fuenlabrada. Quitarse de encima el trauma del Barça, ese desgaste psicológico por tan tos traspiés acumulados (1-8 en dos años), puede costarle mucho. "No sé si nuestro triunfo le dejará mucha huella al Madrid —dice Navarro—, pero si le va mal en adelante será aún mejor porque es un rival directo".

Pretemporada. Messina, por su parte, considera que la buena pretemporada les hizo confiarse y el equipo pensó que ya podía tratar de tú a tú a un rival mucho más hecho. La realidad les derrotó y se hundieron, tanto que les faltó la voluntad y la actitud mínima exigibles. Prigioni, por ejemplo, acusó demasiado el ambiente hostil de su antigua afición. Pero el técnico llevaba todo el último mes ilusionado con la plantilla, alabando su potencial y asegurando que era uno de los mejores grupos humanos que había dirigido en los últimos años. Ahora intentará trasladar esa complicidad a la cancha.