'The Guardian' nos llama racistas y China se ríe

Pekín 2008 | Polémica

'The Guardian' nos llama racistas y China se ríe

'The Guardian' nos llama racistas y China se ríe

El anuncio de nuestro baloncesto no ofende en Pekín

La acusación de racismo asiático contra España urdida por el diario inglés The Guardian, y del que les dábamos cuenta ayer, no ha tenido lo que se dice un gran éxito en China. El rotativo utilizó unas fotografías de nuestras selecciones masculina y femenina en las que los deportistas se estiraban los ojos imitando los rasgos de la raza amarilla. En un alarde de prensa ídem, el rotativo acusó a la delegación española en Pekín, y al país por extensión, de "racista con los chinos". Ni en la televisión china ni en una encuesta a pie de obra realizada por AS en el Centro Internacional de Prensa de los Juegos pudo recogerse reacción alguna en contra del anuncio de marras.

Li Wang, corresponsal en Madrid de un grupo de comunicación chino, y buen conocedor de nuestra peculiar idiosincrasia en asuntos de humor, se mostró así de tajante: "Eso, si acaso, es humor amarillo, ese que ponen en Cuatro. Nada, nada. Ni en el país se conoce el anuncio, me refiero al gran público, ni creo que exista un chino que se moleste por la fotografía. Es más, no creo que muchos la entiendan. ¿Dónde está la ofensa? Desde luego que yo no lo considero así".

The Guardian abrió una batería de acusaciones racistas contra España, rescatando de su baúl de los recuerdos aquel rifirrafe futbolístico entre Luis Aragonés y José Antonio Reyes, con Thierry Henry en la trastienda en los tiempos que el jugador de Utrera militó en el Arsenal. Fue aquel famoso: "Usted es mejor que el negro ese", que le dedicó Luis al futbolista en un entrenamiento y que captaron los micrófonos de las cámaras de televisión que seguían la práctica. Un episodio que en Inglaterra agotó titulares y "descalificativos".

Hamilton.

También ciertos gritos racistas en el circuito de Montmeló contra el piloto inglés Lewis Hamilton, con ocasión de unos entrenamientos de pretemporada de Fórmula 1, han vuelto a ser rescatados por The Guardian pese que el perjudicado quitó importancia a aquel incidente, que achacó a un grupo de maleducados en pleno choque de intereses con Fernando Alonso. Este se interesó por si Hamilton se había sentido molesto y ambos dieron el asunto por liquidado.

El pretendido lío del baloncesto es el tercero de su serie. Desde la Selección (ver página 3), y como sucede en China, nadie se tomó en serio a The Guardian. El presidente de la Española de Baloncesto, José Luis Sáez, hizo hincapié en la gran amistad chino-española. "A todos los niveles y especialmente en el deporte, la relación es muy estrecha. Ni racismo ni siquiera voluntad de ofender, sencillamente porque no nos sale del corazón", manifestó para añadir a continuación: "No nos sale el racismo ni hacia ellos ni hacia nadie, y menos en el mundo del baloncesto donde la mezcla de razas es total en todos y cada uno de los equipos de la Liga ACB".

Más allá de la interpretación tremendista de un periódico sobre una fotografía, hay personas del Comité Olímpico Español y de Madrid 2016 que sospechan que detrás de la acusación de The Guardian existe un interés por parte de ciertos personajes del mundo anglosajón por manchar el nombre de España con vistas a la carrera por los próximos Juegos. La conexión España-racismo tiene fácil venta para los tabloides ingleses, que se posicionaron ya de manera clara a favor de Chicago para la organización del acontecimiento dentro de cuatro años. Que el nuevo presidente de Estados Unidos pueda ser Barack Obama, de raza negra, será otro argumento a añadir por quienes, como The Guardian, defienden que España es racista. Respecto a los negros y, ahora, también con la raza amarilla.

Chicago 2016.

Y es que Chicago se perfila como la gran rival de Madrid 2012. Porque el peso estadounidense en el movimiento olímpico es grande. Porque, de ganar, Obama es de Chicago, y porque desde Atlanta 96 los Juegos no pisan suelo norteamericano. Serían veinte años en 2006; desde Los Angeles 84 a Atlanta sólo pasaron doce y los grandes patrocinadores del olimpismo, estadounidenses la mayoría, saben dónde, cómo y cuánto negocio supone devolverlos a su tierra.