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Eurobasket | La contracrónica

¡Viva Yugoespaña!

España se subió al carro de la Unión Europea. No queda ni rastro del pacto de Varsovia. El baloncesto del euro habla español. Esta Selección acabó con el fantasma de Drazen. Huele a gran final. Ya somos gigantes.

¡Viva Yugoespaña!

L. A. Confidential. Como siempre creí en los conjuros y la magia blanca, aproveché las Fiestas patronales de la Merced para acercarme por Herencia. Aquí disfruté en el inolvidable verano del 84 (uno tenía 19 años, escribía poesías a la primera novia y se ruborizaba por un beso a tornillo similar al que ayer le dio la rubia Alicia a su Iván Gutiérrez de plata) de los memorables Juegos de Los Angeles, con la España de mi paisano Díaz Miguel conquistando el territorio USA hasta colgarse esa medal silver que puso al baloncesto en el Everest de su popularidad. Veíamos los partidos en el Pub El Molino (ahora convertido en locutorio telefónico para los 1.500 inmigrantes del pueblo), nos daban las seis de la mañana y celebrábamos las canastas de Corbalán, Epi o Fernando Martín como si fuesen los goles de Butragueño en Querétaro...

Belgrado fiel. Junto a mis fieles amigos de pandilla (Jaro, Agustín, Chato y Polín) vibramos con una remontada que durante medio partido pareció inviable. Pero gracias a esos serbo-españoles que llenaron el Belgrado Arena comprendí lo bello que es ver a un pueblo ajeno a nuestra cultura involucrarse con la causa rojigualda como si les fuese el cocido en ello. Y les iba. Ver a Croacia colgarse la medalla de oro en el salón de tu casa debe ser tan indigesto como un bocadillo de tornillos. Por eso, escuchar en la grada los gritos de "E-s-p-a-n-h-a" nos puso el corazón a la velocidad con la que correrá Alonso mañana en Interlagos.

Vázquez NBA. Reconozco que en su día dudé. Que Orlando Magic viese en Fran Vázquez al nuevo Shaq O'Neal me parecía una chaladura propia de un deporte donde la gente ve pasar la vida un metro por encima de los demás. Pero hoy me arrodillo ante este gigantón que parece un clon del interminable Muresan. Vázquez, apellido de un genio (¡Viva Mortadelo y Filemón!) reboteó como Hércules, metió ganchos como Luyk y nos hizo creer. Ese verbo tan difícil de conjugar en estos tiempos de cólera y huracanes sin sentimientos

Tomás, español. El Madrid contrató este verano al croata Marko Tomas, que tuvo en los últimos tiros libres la gloria de ser el nuevo Suker del país de camiseta ajedrezada. Metió tres, falló uno. El que habilitó a Vázquez a forzar la prórroga triunfal de la victoria. Tomas ha demostrado ser un buen hombre, capaz de ganarse el cariño de la afición española y madridista (lo mismo da) con un acto de servicio que será bien valorado desde que aterrice en Barajas. Su lapsus dejó en segundo plano la actuación memorable de Drazen Popovic, que resucitó el espíritu de mi idolatrado Petrovic con triples que parecían tirados desde Zagreb.

La ruta del oro. Oro parece, plata no es. Los alemanes del galáctico Nowitzki serán la última valla a superar antes de esa final soñada de mañana. Pero ya habrá tiempo. Disfrutemos del momento. Carpe Diem. Somos grandes. Los árbitros de Stankovic también (¡pobres croatas!). ¡Viva Yugoespaña!