Un 'Gambito de Dama' real
"He vivido un déjà vu", dijo Judit Polgar, la mejor del mundo, al ver la serie de Netflix. La historia de la ajedrecista que ganó a Kasparov y la de sus dos hermanas tendrá un documental.
La serie de Netflix Gambito de Dama ha puesto sobre el tablero la curiosidad por el ajedrez, un deporte que reflejó las tensiones entre Estados Unidos y la Unión Soviética después de la II Guerra Mundial. En la ficción, la excéntrica Beth Harmon, una niña huérfana que descubre el juego en un orfanato donde también desarrolla una serie de adicciones, logra desafiar a los grandes maestros rusos en siete capítulos llenos de contrastes entre la deportista y la persona, la genialidad manejando las piezas y la autodestrucción fuera de las competiciones. El orden y el desorden en sus dos mundos.
La actriz Anya Taylor-Joy interpreta una ajedrecista inexistente pero construida a base de retales que sí cobraron vida. En Beth Harmon hay algo de Bobby Fischer, estadounidense campeón mundial en 1972 y 1975, otro niño prodigio que logró batir al ruso Boris Spasski y acabar con el dominio soviético. Y de Lisa Lane, que ganó el Campeonato de Estados Unidos en 1959 y apareció en la portada de Sports Ilustrated antes de caer en una depresión.
Pero, sin duda, en un mundo de corbatas y de tensiones políticas, las pioneras que rompieron barreras fueron las hermanas Polgar, naturales de Budapest. Judit es considerada la mejor jugadora de la historia, Gran Maestra Internacional, al igual que su hermana Susan, la primera en ser nombrada con la misma nomenclatura en 1991 y también Sofia, que es Maestra Internacional. Sus abuelas sobrevivieron a Auschwitz, su padre las educó fuera del sistema y en su carrera tuvieron que padecer lo que era convertirse en una mujer exitosa en una sociedad y un deporte con otros clichés. Sus vidas dan para otra serie.
"Busco mujer para experimento educativo"
Pero si las tres llegaron a la cima del ajedrez fue por su padre. Laszlo Polgar nació en 1946 en Budapest por aquellos milagros de la vida. De tradición judía, su familia al completo acabó en distintos campos de concentración, principalmente en Auschwitz. Allí murieron hasta 300 familiares y allegados de los Polgar, pero sobrevivió su madre, que meses después se casaría y daría luz a Laszlo, quien logró desarrollar una extensa vida intelectual. Se licenció en Psicología, aprendió la lengua esperanto y se tildó de "humanista", pero desarrolló una peculiar manera de pensar sobre la educación que inmortalizó en un libro titulado Creando genios.
En él, a grandes trazos, intentó defender que dentro de cada niño sano hay un genio en potencia y se mostró en contra de la educación en la escuela porque solo forma cerebros mediocres. "Los niños entran alegres en septiembre pero en Navidad ya no quieren volver", sentencia en una de sus múltiples entrevistas. Laszlo pone el ejemplo de Amadeus Mozart, a quien todos tachan de genio innato, pero él está en contra de esas teorías porque el padre también era músico, por lo que desde niño le acostumbró y le enseñó estas habilidades que luego Mozart desarrolló. Le creó su propio universo. "El genio se hace", resume.
Laszlo quería probar su sistema y en su libro pidió explícitamente encontrar una mujer que tuviera experiencia pedagógica y que quisiera formar una familia con él con estas directrices. Esa mujer fue Klara, una profesora de ucraniano cuya madre también había sobrevivido al holocausto. Se intercambiaron cartas, y no de amor, sino del experimento educativo que llevarían a cabo. Klara se trasladó a Budapest. Se casaron y tuvieron tres hijas: Susan (1969), Sofía (1974) y Judit (1976).
Decidieron que el ajedrez sería la actividad principal. Laszlo siempre había sentido curiosidad, jugaba y había escrito libros, pero nunca fue un ajedrecista destacado. Decoraron la casa con cuadros sobre piezas y tableros y todas las actividades giraban en torno a las blancas y las negras. Los cuentos, las historias infantiles y los primeros héroes tenían en común el tablero. Las niñas practicaban todas las mañanas, pero también jugaban a tenis de mesa y sus padres les enseñaban otras materias, como matemáticas avanzadas. Solo acudían a la escuela una vez al año para hacer los exámenes y pasar de curso.
El primer gran momento de la familia Polgar ocurrió el verano de 1973, cuando se dieron cuenta del éxito de su experimento. Laszlo acudió con su hija Susan, de solo cuatro años, a un centro de ajedrez de la capital húngara. El local estaba repleto de gente mayor y de un fuerte olor a cigarrillos. Laszlo les interrumpió para pedirles que la niña jugara contra ellos ante el asombro general. El padre le puso un cojín a la silla para que Susan llegara a la mesa. Y empezó a ganar una partida tras otra.
De Susan a Judit, la mejor de la historia
Con cinco años, Susan ya ganó el campeonato sub-11 en Hungría. Poco después empezaron a destacar Sofia y en especial Judit, la más pequeña y la considerada mejor jugadora de la historia, quien recuerda cómo eran sus días de niña, cuando jugaba las partidas con un peluche al lado, en una entrevista en el Sunday Times: "De 6:45 a 8:00 jugábamos a tenis de mesa, era muy divertido. A las 8:00 empezábamos con acertijos sobre ajedrez durante toda la mañana antes de la comida y descansábamos. A las 16:00 jugábamos partidas. A esas partidas se fueron sumando los mejores ajedrecistas del país", comentó. "Hasta los 11 o 12 años no empecé a investigar el juego y analizar los rivales". A esa edad ganó al maestro húngaro Lev Gutman, certificando su futuro.
En la década de los 80 los éxitos de Susan y Judit empezaron a sucederse en cada torneo, pero se toparon con la renuncia de su padre a seguir en el Partido Comunista, lo que les acarreó problemas al no poder viajar a competiciones durante un periodo de dos años, al freno social a que las mujeres participaran en la categoría masculina y a las duras condiciones de la federación húngara, que consideraba que jugaban con ventaja al no acudir al colegio. Pese a ello, Susan logró colocarse en 1984 como la mujer número uno del mundo y en 1985 logró la clasificación para el Mundial masculino, aunque no adquirió los papeles para viajar. En 1991 se convirtió en Gran Maestro Internacional, al igual que su hermana Judit, con apenas 15 años, por lo que superó incluso en precocidad a Bobby Fisher.
Su vida, como relata Susan, se alejó de cualquier adicción o agente externo inestable como ocurre en Gambito de Dama. "Como mujer me enfrenté a incontables bloqueos, obstáculos, discriminación, acoso sexual, abuso verbal y mental, intimidación física por jugadores masculinos, políticos de ajedrez y autoridades. Yo no fumo, yo no bebo, yo no salgo a bares o clubes, yo no tomo drogas. Siempre trato de comer sano, entrenar a diario tanto física como mental y emocionalmente", explica.
"Las chicas, a la cocina y al dormitorio”
Susan es la mayor y la que abrió el camino. Tuvo que apartar maleza y ser el bicho raro, como ella mismo recuerda: "Una vez cuando era adolescente (y ya la número 1 del mundo) competí en un evento europeo de nivel contra casi todos los mejores hombres. Durante la cena, un top 10 del mundo de la Unión Soviética me dijo a la cara: ′Las chicas pertenecen a la cocina y al dormitorio, no a la tabla de ajedrez'".
Ahora reside en Estados Unidos con su familia, y desde sus redes sociales ha decidido ir denunciado todas las situaciones que vivió antes de la caída del muro del Berlín. "Una vez cuando era adolescente, un hombre de cinco años mayor intento abusar de mí. Cuando lo rechacé, me quiso tirar del balcón del tercer piso donde nos alojábamos durante un torneo importante. Por suerte, logré escapar, y después de eso, estuve bien protegido durante el resto del torneo. ¡Imaginad lo que es jugar con eso constantemente!", explica y saca conclusiones: "En mi carrera de ajedrez, a menudo he escuchado que mi cerebro es demasiado pequeño, que solo gano porque mi oponente estaba enfermo, que soy demasiado fea, que no tengo talento o soy demasiado estúpida. Estoy muy agradecido por toda esta gente agradable por motivarme cada día", comenta desde su activa cuenta.
Incluso el considerado mejor ajedrecista Gari Kasparov comentó lo siguiente cuando se empezó a producir el ascenso de Judit en el ránking mundial: "No creo que las mujeres puedan luchar contra los hombres. Es muy difícil debido a la gran tensión del juego. Estoy convencido de que es casi imposible". Los duelos entre Judit Polgar y Kasparov dieron para muchos capítulos, algunos de ellos históricos.
De la mano de Dios a la derrota de Kasparov
El primer gran duelo entre ambos se produje en el Torneo de Linares (Jaén) de 1994, cuando la ajedrecista, a sus 18 años, ya se colaba entre los mejores del mundo. En un momento de la partida, el ruso movió el caballo y lo posó en la casilla c5 pero en décimas de segundo rectificó y cambio de lugar. No está permitido variar una pieza que ha sido depositada en una casilla, pero en aquel momento de confusión ni los árbitros ni una joven Polgar protestaron.
Al acabar la partida, Kasparov comentó que "me di cuenta de que habría perdido, de modo que situé el caballo en f8. Polgar miró al árbitro, Carlos Falcón, pero no reaccionó. No protestó durante la partida, el árbitro no intervino y yo pude ganar una brillante partida. No reaccionó, no protestó", mientras que Polgar dejó claro que "tengo la certeza de que soltó la pieza". Aquel episodio fue bautizado también como la mano de Dios, emulando al gol válido de Diego Maradona, en este caso el mejor del mundo evitó con su 'treta' una derrota segura ante una niña de 18 años.
Pero en 2002, después de consolidarse durante una década y ganar a brillante ajedrecistas, Polgar se tomó la revancha. Fue la primera mujer en ganar a todo un Kasparov en el encuentro Rusia contra el Resto del Mundo en la modalidad de partidas rápidas. "Él escogió un mal inicio y yo estuve sólida. Cuando no vio opciones, se levantó, me dio la mano y se fue. Fue un momento mágico", recordó Judit años después, quien se retiró en 2014 compaginando durante una década la maternidad con su pasión.
De hecho, el director Peter Stern está ultimando un documental titulado La reina del ajedrez que trata sobre los duelos entre ambos deportistas y que constará de seis episodios. El filme verá la luz a finales de 2021. "He vivido algún déjà vu", comentó al referirse a la serie Gambito de Dama. "Yo he sido feliz con el ajedrez y ahora con mi familia. Criar a mis hijos ha sido lo más importante", destacaba Judit en una entrevista cuando decidió retirarse.
La familia Polgar está ahora desperdigada por el mundo, pero Laszlo, el hombre que creó a tres genios de la ajedrez, sigue en Budapest tras un periodo en Israel. Se recogió en sus orígenes. Su partida ya había acabado con un jaque mate: sus tres hijas y su éxito en el propósito que buscaba crear tres genios con su método.