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SOCIEDAD

EEUU reconoce que aún hay radiactividad en Palomares

Un informe de la Oficina de Rendición de Cuentas admite que, 57 años después del accidente, la radiación residual es mayor a la esperada.

EEUU reconoce que aún hay radiactividad en Palomares

El 17 de enero de 1966 un pequeño pueblo de Almería “sufría” un bombardeo 300 veces más potente que el que se había vivido 20 años antes en Hiroshima. Pero por suerte para los habitantes de Palomares (o por desgracia, en su momento, para los japoneses) esta vez las bombas no explotaron. España, por aquel entonces, empezaba a convertirse en la España del turismo y el esplendor económico, dejando atrás los duros años de la posguerra. Este esplendor se debía en parte a su apertura al resto de Europa, que miraba con recelo a la dictadura española, pero que ahora contaba con el beneplácito del todopoderoso Estados Unidos, cuya presencia militar en el país ibérico se había normalizado.

Cuatro bombas termonucleares

Aquel 17 de enero, a más de 10.000 metros de altura sobre la localidad pesquera de Palomares, un bombardero estratégico B-52G y un avión nodriza se encontraban realizando una maniobra de carga de combustible cuando un error provocó el choque de ambas aeronaves. Los cuatro tripulantes de la nave nodriza, más otros tres del bombardero, murieron en el acto y las cuatro bombas termonucleares de 1,1 megatones que transportaba el B-52G se precipitaron sobre el municipio murciano. Dos de ellas quedaron intactas, una cerca de la desembocadura del río Almanzora y la otra en el Mediterráneo, mientras que la otra pareja cayó sin paracaídas y aunque detonaron el explosivo convencional que llevaban incorporadas, no se produjo la reacción en cadena que hubiera cambiado para siempre el paisaje de la costa murciana.

Nube de plutonio

Un sistema de seguridad impidió que los dos proyectiles, caídos en un solar y cerca del cementerio, se activaran completamente. La bomba contaba con un sistema de lentes que tenían que detonarse simultáneamente, como la bomba era esférica, cuando impactó contra el suelo solo se activaron aquellas lentes de la mitad inferior. Sin embargo, el impacto creó una abertura en ambos artefactos a través de los cuales se filtró un aerosol radioactivo que fue rápidamente dispersado por el viento. Una nube de plutonio radioactivo ocupó rápidamente un área de más de 460 hectáreas.

Informes clasificados

Entonces comienza una historia que mezcla dosis de secretismo, desinformación y ocultamiento con reportajes de RTVE, portadas de periódico y aclamados personajes como Paco el de la Bomba. Mientras el Ejército estadounidense empleaba 30 buques, 3.500 oficiales y cuatro minisubmarinos para encontrar la bomba que aún permanecía perdida en el fondo del mar, el Gobierno español mandaba a cientos soldados y guardias civiles a recorrer las zonas contaminadas sin ningún tipo de protección. Los protocolos antiradiación no existían por aquel entonces en nuestro país y los datos sobre las trazas de plutonio encontradas en los habitantes del municipio murciano permanecieron clasificadas hasta 1986.

Casi 60 años más tarde, un informe de la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno estadounidense ha reconocido que aún existe un “problema de contaminación residual” en Palomares. El documento cita un informe del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas de 2002, en el que se dice que la contaminación residual era significativamente mayor a la esperada. España aduce no tener medios para eliminar la radiación del suelo, por lo que ha pedido a EEUU, al que se le podría achacar la etiqueta de “responsable”, que se haga cargo del problema. A pesar de que ambos países firmaron una declaración de cooperación para limpiar la zona, en la actualidad aún no se ha “llegado a un acuerdo definitivo”, según declara el propio informe.