¿Por qué hay más divorcios en verano?
Las vacaciones son el momento de quitar el piloto automático del trabajo y las obligaciones, y afloran los problemas o carencias que ya tenía la relación.
Las vacaciones son un momento maravilloso para muchos, pero algunas personas no sólo lo viven como un momento de tensión, sino como un momento de decepción por parte de su pareja.
Es el momento en que uno se enfrenta directamente a problemas anteriores, a conflictos no resueltos, a deseos sin cumplir o a expectativas que no cambian. El verano es motivo de conflicto y los datos hablan de un 30% de divorcios en cuanto acaban las vacaciones.
Preguntamos para Diario AS a Almudena Sos, especializada en terapia de pareja, si es un mito o una realidad ese aumento de divorcios en verano. “Si bien es verdad que durante todo el año se producen divorcios, es una realidad que hay una estacionalidad marcada en fechas como las vacaciones de verano que hacen que aumente la cifra. Durante el verano y en los días previos a coger las vacaciones, aumentan en un 30% las consultas relativas a problemas de pareja”, nos cuenta.
“En muchos casos se trata de infidelidades y, en otros, relativos a la preparación de vacaciones; tema que, cuando se está bien en una relación, resulta motivo de ilusión, pero cuando la relación no está consolidada porque cada uno de los miembros arrastra su propia problemática en lo relativo a sentimientos, genera más inseguridades en la pareja y acentúa los miedos, sobre todo de uno de los miembros”.
¿Por qué se produce ese aumento de divorcios o separaciones en verano y tras el periodo estival?
Es bien conocido que cuando hablamos de las causas del divorcio en el periodo estival, se suele referir siempre a que se rompen las rutinas, se pasa más tiempo juntos por lo que hay más roces… Pero eso es tratar el tema de una forma muy superficial. Eso es solo la punta del iceberg. En el fondo hay unas causas mucho más profundas que llevan mucho tiempo fraguándose, quizás toda la vida… (hablo de previo a la relación misma de pareja).
Y, en las vacaciones, al tratarse de una novedad y de una fecha muy esperada, inconscientemente se habían puesto muchas expectativas de que algo que lleva tiempo haciendo daño, se solucionara, cosa que no ocurre ya que una herida, sin tratarla directamente, no puede sanar sin ayuda.
Así que el cambio de rutinas, el parón repentino de vivir en piloto automático durante todo el año, y el pasar más tiempo al lado de la otra persona, acelera algo que más tarde o temprano, acabaría pasando.
Las vacaciones unen o separan
No es que una pareja esté super bien y llegue el verano y se separen, es que ya hay algo que está haciendo mucho daño, sobre todo a un miembro de la pareja o a los dos, desde hace mucho tiempo, generalmente años; y en las vacaciones de verano se dan una serie de factores que confluyen y hacen que todo estalle. Cuando una pareja está trabajada, las vacaciones de verano les unen más; cuando no lo está, las vacaciones les distancian más.
¿Fin de vacaciones, fin de etapa?
Diría que de las personas que no están trabajadas y tienen problemas en su relación de pareja, un 30% tras acontecimientos concretos como podían ser las vacaciones, aprovechan para poner fin a su relación. El 70% restante, aunque tienen problemas en su relación de pareja pero se han acostumbrado a esta situación, no creen que haya solución por lo que lo van llevando como pueden. Muchos dejan pasar el tiempo a ver si por casualidad las cosas se arreglan solas.
Yo quiero ir a terapia para “salvar mi matrimonio” y mi pareja no, ¿qué hacer?
Esta situación es más frecuente de lo que te imaginas. Solo un 10% de las parejas acuden los dos de mutuo acuerdo a pedir ayuda y buscar solución a sus problemas de pareja.
En el 90% de los casos, es un solo miembro el que acude a pedir ayuda, generalmente la parte más activa de la relación. En un 80 % de los casos suele coincidir con que esa parte tiene un sentimiento fuerte de abandono por parte de su pareja por lo que cree que es imprescindible que para que la terapia funcione, su pareja debería implicarse en el proceso de terapia.
En esos casos es completamente contraproducente insistir a la pareja que acuda a terapia ya que, aunque sea consciente que en su relación tienen problemas, no cree que sea culpa suya. Suelen ser personas que se meten muy ‘hacia dentro’ y aunque saben que tienen carencias a la hora de comunicar o expresar, realmente saben estar bastante bien consigo mismos. Y eso es lo que necesitan, meterse en su caparazón y que nadie les moleste.
Este tipo de persona suele sentirse como que le imponen hacer cosas en contra de su voluntad continuamente. Por insisto en que, si se le lleva a hacer terapia, puede vivirlo como otra imposición.
En el caso del miembro que suele pedir ayuda y contactarme, suele ser el que no sabe encontrar ese bienestar consigo mismo. Y por eso necesita que la otra parte (su pareja) haga cosas por él o ella.
¿Con que frecuencia ocurre eso? ¿Más a hombres que a mujeres?
En un 90% de los casos, es un solo miembro el que acude a pedir ayuda para salvar la relación. Y de ese 90 % un 15 % de las veces, acaba en terapia de pareja, osea, luego acaba el otro miembro de la pareja acudiendo también a terapia porque ve un cambio en su pareja para bien. El otro 85% es difícil que pidan ayuda.
¿Por qué?
En prácticamente toda relación de pareja, suele haber un miembro más activo, más controlador y otro más control free. El que suele acudir a pedirme ayuda es esa parte más activa o controladora. En muchos casos, que no siempre, suele ser la mujer esa parte más controladora. Diría que en un 80 % de los casos.
Esa otra parte más control free, es difícil que acuda a pedirte ayuda ya que, precisamente, lo que pide en la relación es que le dejen en paz y no le exijan cambiar cosas y le respeten tal cual es.
Bien es verdad que un 20% de las veces sí ha acudido a pedirme ayuda esa parte más control free pero no ha nacido de ellos, vienen porque se han visto ante un ultimátum.
El divorcio en España
La ley del divorcio en España se aprobó en el año 1981, y desde entonces se han registrado más de 3 millones de rupturas en nuestro país. El promedio anual de demandas de separación o divorcio es de 125 mil, de las cuales el 33% se interponen después del verano.