NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

CONFLICTOS INTERNACIONALES

El nuevo dron Shahed en el que trabaja Rusia

Moscú, junto con la ayuda de Irán, está comenzando a producir una versión mejorada de los drones Shahed. El objetivo es tener 6.000 para 2025.

Actualizado a
A Ukrainian serviceman sets up a FPV drone during a training, amid Russia's attack on Ukraine, in Zaporizhzhia region, Ukraine August 17, 2023. REUTERS/Viacheslav Ratynskyi
VIACHESLAV RATYNSKYIREUTERS

La guerra en Ucrania ha puesto de manifiesto cómo el desarrollo de las nuevas tecnologías pueden tener un fuerte impacto en los conflictos armados. Durante los últimos meses, tanto Rusia como Ucrania (especialmente Moscú) han lanzado diferentes ataques a distancia el uno contra el otro. Desde el Kremlin ha resultado fundamental la ayuda suministrada por Irán, un país que le ha enviado sus drones ‘kamikaze’, los Shahed 131 y 136.

Tras los numerosos envío desde Teherán, Moscú decidió que había llegado el momento de contar con su propia versión: los llamados Geran-2. Con la ayuda de Irán, y bajo un proyecto en la sombra, comenzaron la construcción de una línea de producción que ha estado trabajando las 24 horas del día para fortalecer la flota aérea no tripulada rusa. Según revela The Washington Post, a cargo del mismo se puso a un exfuncionario del Servicio Federal de Seguridad de Rusia. Los documentos oficiales contaban con un lenguaje codificado: ‘barcos’ en lugar de drones, ‘parachoques’ en lugar de explosivos y ‘Bielorrusia’ e ‘Irlanda’ en lugar de Irán, en país que ofrece su asistencia.

Un acuerdo que fructificó el mes de noviembre del pasado año, y que se desarrolla en la región rusa de Tartaristán. El objetivo es contar con una flota de 6.000 drones no tripulados para el verano de 2025, con lo que Rusia podría preservar una cada vez menor reserva de municiones de precisión y, de paso, escalar posiciones en la carrera armamentística de drones con esta ‘nueva guerra’.

Si bien los documentos señalan la presencia de retrasos en la producción, Rusia ha conseguido un importante progreso en su objetivo de desarrollar una variante de los Shahed-136, capaces de volar más de 1.000 millas antes de ‘inmolarse’ al acercarse a un objetivo marcado antes de comenzar su vuelo. La experiencia industrial rusa está resultado de ayuda para mejorar las técnicas de fabricación de Irán, algo anticuadas. A su vez, incorporan algunos avances significativos, como la posibilidad de realizar ataques de enjambre coordinados.

Restos de un dron iraní Shahed-136
Ampliar
Restos de un dron iraní Shahed-136UKRAINIAN ARMED FORCESvia REUTERS

Retraso en los trabajos

Los investigadores del Instituto para la Ciencia y la Seguridad Internacional aseguran que el proceso de producción, que se lleva a cabo en las instalaciones de la Zona Económica Especial de Alábuga, cuenta con un retraso de al menos un mes. Según informa The Washington Post, apenas se han fabricado cuerpos de drones para unos 300 vehículos, por lo que el objetivo marcado de 6.000 unidades para 2025 parece poco realista.

Pero aun así, sus capacidades pueden suponer un importante avance para Moscú. “Parece que Alábuga busca una capacidad de desarrollo de drones que supere la de Irán”, explica David Albright, un exinspector de armas de la ONU. Los documentos, con fecha de invierno del pasado año hasta la primavera del presente, incluyen los planos de la planta, diversos esquemas técnicos y registros de personal, además de presentaciones ofrecidas a personas del Ministerio de Defensa ruso.

A pesar de los informes que desvelan los retrasos en la producción y fabricación, los expertos no dudan del potencial ruso para llevarlo a cabo. “Rusia tiene una forma creíble de construir durante el próximo año más o menos la capacidad de pasar de lanzar periódicamente decenas de drones kamikaze Shahed-136 importados contra objetivos ucranianos a atacar más regularmente con cientos de ellos”, asegura Albright.

El “ciclomotor volador”

Especialmente fuerte en otros apartados armamentísticos como los misiles hipersónicos, Rusia ha estado obviando el potencial de los drones durante los años recientes. Por ello, para ponerse al día ha recurrido a Irán, uno de los pocos países que le ha ofrecido ayuda militar, si bien niega haberle vendido armas una vez iniciado el conflicto.

Pero fue el verano pasado cuando Teherán, de forma secreta, empezó a enviar drones al Kremlin. Drones capaces de portar una potente carga explosiva, pero que debido a su motor de hélice, que genera un importante ruido, es conocido por los ucranianos como “el ciclomotor volador”. Unos drones muy baratos si se tiene en cuenta su poder de destrucción, según explican los expertos al citado medio.

“Esta es una asociación de defensa a gran escala que es perjudicial para Ucrania, para los vecinos de Irán y para la comunidad internacional”, dijo el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jhon Kirby, cuando Estados Unidos confirmó los planes de ambos países para la producción de estos drones en suelo ruso. Según desvelan los documentos, Teherán vendió a Moscú un conjunto compuesto por la documentación del proyecto, los componentes y los conocimientos técnicos.