¿Cómo puedo saber si mi perro me odia? Estos son los comportamientos que tienes que observar
Se aconseja no obligar a tu perro a enfrentarse a sus miedos, cuidar su olfato y evitar abrazarlos siempre y cuando se sientan acorralados.
Tener una mascota puede ser una de las mejores experiencias de la vida. Un animal de compañía puede traer cariño, amor, diversión y un sin fin de buenas sensaciones que enriquece tanto la vida del humano como la del animal. Sin embargo, hay ocasiones en las que dueño y perro no se llevan especialmente bien
Al final, se trata de una relación en la que hay momentos buenos y malos. Es decir, habrá algunas actitudes tuyas que molesten a tu perro y ciertos comportamientos de tu perro que no te agraden. Por ello, es importante saber interpretar las reacciones y señales de tu mascota para conocer su estado de ánimo. ¿Me odia mi perro?
La web especializada PetDarling da una serie de consejos a los que hay que prestar atención para cuidar la conexión que tienes con tu perro:
No obligarlo a enfrentarse a sus miedos y evitar los abrazos
Al igual que los humanos, los perros también tienen miedos e inseguridades, y no es recomendable forzarle a que los supere. Todo tiene sus tiempos, y hay que buscar la manera correcta de tratarlos. Por ejemplo, podemos ir introduciendo sus miedos de forma gradual: si le asusta el agua, en lugar de meterlo en la piscina o en la playa, podemos comenzar con la bañera.
Por otro lado, aunque queramos abrazar de forma constante a nuestras mascotas, hay algunos perros a los que no les gusta este tipo de afecto, pues les restamos movilidad, podemos ejercer demasiada fuerza y ellos pueden acabar sintiéndose acorralados. Hay que saber interpretar las reacciones de nuestros perros a los abrazos para saber si darlos o no.
Cuidado con su olfato y con acariciar su cara
También hay que tener cuidado con el olfato de los perros, un sentido que tienen muy desarrollado. Por ello, hay que evitar usar perfumes u otros olores fuertes o intensos que pueden alterar el olfato de nuestra mascota o causarle estornudos constantes.
Además, hay que ser cautos a la hora de acariciar la cara de los perros, en especial a uno desconocido. Cuando intentamos acariciar su cabeza, el perro, de forma natural, la retira para poder continuar observando. Somos alguien totalmente nuevo para ellos, y sienten curiosidad por reconocernos. Una vez el perro esté familiarizado con nosotros, no habrá problema en acariciar su rostro.
Por otro lado, hay que dejar libertad a nuestro perro cuando lo sacamos a pasear. No nos referimos a sacarlo sin correa, sino a dejarlo olisquear sin limitarlo. Les encanta oler a diario los árboles y rincones del barrio, y suelen empujar hacia un lado opuesto de forma frecuente para oler algún estímulo que han percibido. En ese momento, no hay que obligarlos a ir en otra dirección, pues significaría limitarlo y detenerlo.